SAINT CIRQ LAPOPIE
"Saint Cirq Lapopie me ha echado el único sortilegio que existe: el
que se queda para siempre. He dejado de imaginarme en cualquier otro
lugar"
La relación entre André Breton y Saint Cirq
Lapopie comenzó el 26 de junio de 1950, en plena guerra fría.
Unos años antes y
como respuesta a los peligrosos brotes nacionalistas de la época había surgido
un movimiento pacifista que se hacía llamar Ciudadanos del Mundo del que
Breton era simpatizante. Este movimiento tuvo una especial respuesta en la
ciudad de Cahors, cuyos mandatarios no dudaron en proclamar la localidad como
Cahors Mundi. El entusiasmo se extendió rápidamente a otras localidades del
Valle del Lot y se decidió crear una carretera sin fronteras, una
"carretera mundial", a lo largo del río. Llegaron personalidades de
muchos países, entre ellos Orson Welles, y los coches salieron cargados de
personas en un ambiente lleno de júbilo recorriendo el camino de pueblo a
pueblo hasta llegar a Saint Cirq Lapopie.
Una de las características más destacadas
de este pueblo medieval que alberga nada más y nada menos que 13 monumentos
históricos es la construcción de sus edificios.
Todas las casas de esta pequeña
villa están construidas con tres materiales. Los tejados están cubiertos con
tejas del Lot, hechas con arcilla local de un color rojizo intenso mientras que
los muros son de la piedra calcárea de color marfil de los alrededores. El
tercer material lo vemos en las puertas y ventanas que son de madera de roble
de las mesetas del Lot. Una construcción que sigue intacta desde la Edad Media
y que sin duda alguna dan a este bellísimo lugar una aire muy especial.
Saint Cirq Lapopie tenía antiguamente tres
puertas de las cuales actualmente podemos contemplar dos.
En el camino de subida
al acantilado desde el cual cuelga la pequeña villa nos encontramos con la
Puerta de Pélissaria, que es en realidad la segunda puerta de la ciudad y que
es en la actualidad la mejor conservada. Siguiendo por el mismo camino y ya
entrado al centro de la localidad nos encontramos con la Puerta de la
Peyrolerie, el vestigio de un portón antiguamente protegido por una verga
móvil.
Entre los edificios más destacados está el
castillo, que se encuentra muy cerca de la iglesia. En realidad se trata de
unas ruinas del siglo XIII atribuidas a la familia de los Cardaillac y que fue
desmantelado en el año 1487 por orden de Charles VIII.
Muy cerca del castillo
se encuentra la iglesia gótica de Saint Cirq, edificada a partir de 1522. El
laberíntico entramado de calles alberga un buen número de pequeños palacetes
que casas medievales que conservan a la perfección su estilo original. Muchos
de estos edificios son en la actualidad lujosas residencias veraniegas mientras
que otros se han convertido en museos, como es el caso de El Albergue de los
Barqueros, residencia veraniega de André Bretón, y la Maison Rignault.
Lo mismo
ocurre con la Mansión Daura, del artista catalán Pierre Daura, que residió
durante muchos años junto con su mujer y su hija en este palacete hoy
convertido en una residencia internacional de estudiantes de artes. Todo un
lujo para esta pequeña villa y para los estudiantes que a buen seguro se
dejarán inspirar por la belleza de este lugar.
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