CAMINANDO HACIA LOS CIEN
Voy camino de los cien. ¡Que nervios! Y como dicen más vale tener que desear, pues eso, a ver si llegamos a los cien. ¡Que no hablo de años! Solo de días. Aunque España, si analizamos los gráficos a nivel mundial se encuentra en tercer lugar en cuanto a la longevidad se refiere. Porque aquí tenemos afortunadamente muchos abuelos, personas mayores que son los que han construido este país. Espero que los Iluminados sean consciente de ello aunque más que construir parece que des construyen con su des escalada y des confinamiento. ¡Por Dios! ¿De dónde habrán salido?
Bueno, a lo que iba, a hablar de las residencias de ancianos. ¿Es este el momento del rifirrafe? ¿No sería mejor volver primero a la cacareada nueva normalidad? Luego nos sentamos todos alrededor de una mesa, redonda porque eso une, y analizamos lo que se hizo mal, porqué se hizo mal y como se puede hacer bien. Las cartas sobre la mesa, jugamos una partida bien jugada y devolvemos la baraja a su caja con las cartas bien ordenadas. O lo que es lo mismo, organizamos de una vez por todas el asunto de las residencias.
Se que en España no hay mucha tradición porque los abuelos se quedaban casi siempre con sus hijas cuidando a los nietos. Pero los tiempos cambian y los abuelos, que ya no son tan abuelos porque les va la marcha, necesitan otra infraestructura vital. Los hay dependientes, que precisan del cuidado de otra persona, los hay semi-dependientes y los hay no dependientes pero que tal vez por comodidad quieren vivir dentro de una comunidad de mayores, con posibilidad de tener apoyo por si fuera necesario, pero con toda independencia.
Esta distinción entre los mayores no se hace hoy en día en cuanto a las residencias se refiere. Creo que va siendo hora de que los Iluminados, que si tienen suerte también llegarán a viejos, tengan a bien analizar en profundidad esta cuestión. Y cuando digo Iluminados no me refiero solo a los del gobierno, sino también la oposición y sobre todo a los responsables de las comunidades autónomas, ya que las residencias y el cuidado de nuestros mayores dependen de ellos. Puf, me he quedado muy a gusto.
Dicho esto, me voy a las vacunas. Ya hay países que se han asegurado una cantidad de dosis de la vacuna contra el Covid-19 que se está desarrollando en Oxford. España no está entre ellos. Pero me he acordado de pronto de la Expedición Balmis, más conocida como la Expedición Filantrópica de la Vacuna. Filantrópico, relativo a la filantropía que es el amor al género humano. ¡Es una maravilla! ¡Igual que las farmacéuticas de ahora.
Pero vayamos al grano. La Expedición Balmis se llama así porque la lideró el médico Francisco Javier Balmis, que quería llevar la vacuna de la viruela a todos los países del entonces llamado Imperio Español. Hay que tener en cuenta que la colonización, por parte de todos los países, no solo España, llevó consigo gran cantidad de bichitos, o sea virus, que no existían en esas tierras. Eran cosas de la civilización y los colonizados morían como chinches por culpa de los virus. Carlos IV, rey de la época, apoyó la idea de Balmis y pagó todos los gastos de esta aventura que ahora está considerada como la primera expedición sanitaria internacional de la historia.
¿Y qué tenía de especial este viaje? Podemos pensar que con llevar la vacuna en unos frascos y un montón de jeringuillas se ha resuelto el asunto. Efectivamente eso hubiera sido lo más adecuado, pero no estaba inventado. Lo que sí se sabía, gracias al médico inglés Edward Jenner, es que mediante la técnica de la variolización se podía inmunizar a una persona. Jenner lo comprobó con su propio hijo y con éxito. En este asunto entra una vaca, unas pústulas y mucha ciencia. La vacuna se estaba gestando.
El caso es que en 1803 zarpó desde La Coruña el navío María Pita con 37 personas a bordo, 22 de ellos niños huérfanos a los que se les procuró por escrito un cuidado muy específico. Balmis calculó cuantos niños eran necesarios para ir transmitiendo esa inmunidad vírica de niño a niño a lo largo del viaje para tener una pústula perfecta a la llegada del destino. Para conseguir la inmunidad contra la viruela había que llevar el virus vivo mediante la variolización.
Puede sonar cruel pero ninguno de los niños murió. Es más tuvieron una educación a lo largo del viaje y luego muchos se quedaron en las tierras nuevas mientras que otros, ya adolescentes, siguieron el camino con Balmis. Fue tan grande e importante esta expedición que el propio Jenner dijo de la misma "no puedo imaginar que en los anales de la historia se proporcione un ejemplo de filantropía más noble y más amplio que este".
Pues eso. Antes se hacían cosas así. ¿Ahora?
Se que no viene a cuento pero me acabo de acordar.
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