EL
ECO DE LAS BALAS
Es
casi imposible no emocionarse en las playas del desembarco porque ahí ha
quedado escrita gran parte de la historia que cambió nuestro mundo.
Después de
miles de años de evolución y desarrollo el hombre, en tan solo seis años,
modificó el rumbo de su existencia mostrando además su cara más cruel y menos humana. No voy a
hablar de vencidos y vencedores, ni de buenos y malos, porque creo firmemente
que nadie gana una guerra. Todos terminamos siendo perdedores porque el
sufrimiento de un conflicto nos alcanza a todos, independientemente del
resultado del mismo.
La II Guerra Mundial ha sido el conflicto más sangriento de nuestro
planeta y aunque las cifras no están nada claras los cálculos más pesimistas apuntan a que el número de muertos supera los 70 millones de personas, entre civiles y
militares. Y las lápidas que han quedado como testimonio en los diferentes
cementerios de las costas del desembarco, en Normandía, hablan por si solas.
Varias generaciones de europeos fueron borrados de la faz de la tierra con la ayuda
de un armamento que a medida que avanzaba la guerra era más preciso y
sofisticado.
Por eso resulta difícil no emocionarse. Un soldado alemán, sin nombre y
apellido, un jóven de 19 años, otro de tan solo 18, un teniente inglés de 22,
un americano de 25, rusos, polacos, finlandeses, holandeses, belgas .... y así
en líneas interminables de tumbas donde descansan los restos de aquellos
jóvenes que sufrieron un conflicto que si bien es recordado por las
heroicidades de sus soldados debe ser considerado (esta y todas las guerras)
como un fracaso del ser humano.
El próximo 6 de Junio se cumple el 70 aniversario del desembarco y para
conmemorarlo en las playas de Normandía se han organizado una serie de
actividades que congregarán a muchos familiares de veteranos. Utah Beach, Omaha
Beach, Gold Beach, Juno Beach y Sword Beach son las playas protagonistas del
asalto que en un año llevó a la victoria a las fuerzas aliadas.
¿Pero porque Normandía y porque el 6 de Junio? La decisión se tomó
Canadá, en el transcurso de la conferencia de Quebec en 1943. Las playas de la
Bahía del Sena eran las más adecuadas ya que estaban menos fortificadas que la
costa del Paso de Calais, que era precisamente donde los alemanes esperaban la
gran operación. En la zona no había tampoco ningún gran puerto así que los
aliados previeron dos grandes atraques artificiales cuyos restos todavía son
visibles para los visitantes.
En cuanto a la fecha había que tener en cuenta
que Rommel, al margen de los búnkeres construidos en puntos estratégicos, había
mandado cubrir las playas con obstáculos. Era por tanto necesario contar con el
ascenso de la marea para evitar que las lanchas empalaran y se necesitaba además luna llena para divisar
bien los objetivos a bombardear. 45 minutos de fuego aéreo precedió la “hora H”
y el 6 de Junio había entrado en la historia.
En la actualidad esta fecha es conmemorada todos los años y a lo largo
de la costa Normanda encontramos vestigios de lo que fue el desembarco, tanto
al aire libre como exhibido en más de una veintena de museos.
Los aliados
rinden así tributo a sus muertos y suponemos también que con la intención de
que no se nos olvide una guerra que nunca debió ser.
La Pointe du Hoc,
Grandcamp Maisy, Batterie de Longues-Sur-Mer, Musée des Rangers o el Musée
Mémorial D’Omaha Beach son algunos de los puntos de interés que nos recuerdan
los acontecimientos de esa madrugada que cambió el rumbo de la II Guerra
Mundial.
El
gran memorial del desembarco se extiende desde Cherbourg hasta Honfleur, pasando
por un buen número de localidades entre ellas Bayeux, fundada por los
Bodiocasses, uno de los múltiples pueblos galos. Desde junio de 1940 fue
ocupada por los nazis hasta que las tropas británicas la liberó el 7 de junio de 1944 convirtiéndola en la
primera ciudad francesa rescatada en el transcurso de la batalla de Normandía.
La ciudad se salvó prácticamente intacta de la guerra y hoy es un importante
centro turístico en el que destaca su catedral románico-gótica y el famoso
Tapiz de Bayeux, uno de los tesoros de Francia que data del siglo XI y que
conmemora la Batalla de Hastings.
A
tan solo 30 kilómetros se encuentra Caen, la capital de la Baja Normandía, que
fue liberada un mes más tarde. Se trata de una localidad de más de mil años de
historia y la preferida por Guillermo el Conquistador que hizo construir un
castillo y dos abadías, uno para hombres y otro para mujeres. Los monumentos
han sido reconstruidos después de la guerra y en la actualidad destacan las
calles peatonales del centro.
Aquí se encuentra también el Memorial de Caen, inaugurado en 1988, y que
se ha convertido en un auténtico centro internacional para la paz. Algo sin
duda necesario en un mundo y en estas tierras donde según dicen todavía se
percibe el eco de los disparos.
Muy veridico y emocionante cuando se visita. Merece la pena conocer este impresionante lugar del oeste de Francia.
ResponderEliminarLa verdad que si. Emoción y lágrimas.
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