MALTA
- EL CORAZÓN DEL MEDITERRÁNEO
La
referencia que yo tenía era "El Halcón Maltés", la película de John
Houston con Humphrey Bogart al frente del reparto. Me encanta Bogart con su cara de pocos amigos
y su mirada capaz de diseccionar al ser humano. Bueno, pues eso era lo que yo
sabía de Malta pero el país no es eso. Es otra cosa. Porque un país que se
encuentra en el corazón del Mediterráneo, a medio camino entre Túnez y Sicilia,
que está formado por tres islas pobladas, Malta, Gozo y Comino, y otras dos sin
poblar, Cominetto y Filfa, poco tiene que ver con la industria de Hollywood que
la mayoría de las veces confunde el tocino con la velocidad. Y en Malta no hay
confusión alguna. Ahí cada cosa tiene su sitio, cada piedra cuenta su historia
y cada casa tiene su nombre.
El
Bautizo del Hogar
Me parece
maravilloso bautizar el hogar con el nombre de un ser querido para que el
cartero siempre sepa donde entregar una carta. Es una carta para Feliciana que
vive en la casa de Tía María. ¿Que qué calle? Quien sabe y a quien le importa,
porque Feliciana vive en la casa de Tía María, construida en su honor, en el
pueblo de Paola, al sur de Valetta. Y el cartero lo sabe de la misma forma que
conoce los nombres de los inquilinos de las casas en los pueblos de Safi,
Attaré o Zebbug.
El
encaje de bolillos
Y este
bautizo es un tesoro y los malteses lo saben de la misma forma que conocen la
importancia de su habla. En Malta hay
dos lenguas oficiales, el maltés y el inglés. De ahí que miles de familias
europeas, sobre todo españolas, deciden enviar a sus hijos a estudiar en
verano. Es un país pequeño, seguro, con
historia y cultura y además inglés. Luego los chavales que llegan a miles estudian
la lengua de Shakespeare, aunque aprender, lo que se dice aprender...... Ahora
eso sí, hacen amigos y se lo pasan pipa a costa de mamá y papá que sueñan con
el regreso de sus vástagos convertidos en perfectos lores o ladys británicos.
Pero el inglés está ahí y todo el mundo lo habla perfectamente. También
chapurrean algo de francés, español, italiano e incluso alemán porque eso es lo
que da el turismo, la gran industria del país.
Todos hablan
también maltés, una lengua pura artesanía, lo mismo que su encaje de
bolillos. Muchos lingüistas opinan que
se trata de un habla inclasificable y eso, al oído es precisamente lo que
parece. Procede de un antiguo dialecto árabe-magrebí que luego ha ido prestando
cosas del italiano, siciliano, griego e inglés. ¡Imagínense el resultado! Un
idioma divertido que uno cree entender pero
que no comprende en absoluto. Ni patata.
Mis tesoros,
grandes tesoros
En Malta las carreteras que cruzan las ilsas de
norte a sur y de este a oeste forman un pequeño laberinto de caminos por donde
antaño pisaron los cartagineses, árabes, normandos o romanos por citar solo
unas pocas civilizaciones. Y no puedo imaginar que es lo que vieron en estas islas
porque haber, lo que se dice haber..... no hay nada. Las islas están formadas
por rocas sedimentarias formadas hace más de treinta millones de años, cuando
los enormes ríos de Europa fluyeron hacia lo que hoy día es el Mediterráneo. Así
se formaron estas islas de origen marino y que a simple vista ofrecen al
visitante, al margen de su brillante historia, su bonita capital Valetta y sus
pintorescos pueblos, un montón de
piedras que dicho de paso se extraen en canteras y se utilizan para la
construcción. Pero esto es una imagen superficial ya
que el país tiene muchos tesoros, entre ellos, sus costas, repletas de puertos naturales bien protegidos, aguas profundas color negro y
verde esmeralda, que han constituido el gran atractivo de los invasores de las
islas; esto y su ubicación estratégica en el centro del Mediterráneo, por
supuesto.
Y otro tesoro,
el Templo megalítico de Ggantija, de los
más antiguos del mundo y que junto con los de Hagar Qim, Tarxien y Mnajdra
forman desde hace muchos años parte del Patrimonio de la Humanidad. Algo tuvo que tener Malta hace casi seis mil
años ya que atrajo la atención de gentes llegados probablemente de Sicilia.
Colonos que buscaron paz y tranquilidad en el corazón del Mediterráneo y que
hallaron una tierra árida que sin embargo daba sus frutos. Es de suponer que
llegaron gracias a la benevolencia de Horus, cuyo ojo es el símbolo protector
de los navegantes. Una imagen utilizada en la antigüedad por múltiples culturas
aunque en la actualidad ha desaparecido casi por completo. La excepción la encontramos
en Malta donde los pescadores todavía se dejan proteger por estos ojos que en
el corazón del Mediterráneo todo lo contemplan.
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