DIA TREINTA Y DOS – MIERCOLES 15 DE ABRIL
TODO ES PREVISIBLE
Un día más hemos salido a nuestras terrazas a rendir tributo a todos los que trabajan en el sector sanitario. Aplaudimos hasta que nos duelen las manos y los brazos, pero hay que decirlo, todas las personas que trabajan en los hospitales se lo merecen. También los de las ambulancias, protección civil y fuerzas de seguridad, sin olvidar los guardas forestales y los voluntarios que están haciendo posible que este túnel, largo y oscuro, tenga un final. Aunque de momento solo sea un final imaginario porque verlo, lo que se dice ver, no lo vemos.
Lo que si tengo claro es que si tenemos que confiar en los políticos vamos listos. Porque creo que ni ellos mismos saben lo que están haciendo, van dando palos de ciego a ver si aciertan en algún momento. Pienso que no se merecen estar ni en el congreso ni en el senado, una institución, por cierto, cuya labor no está claramente definida. Tampoco me merecen la confianza los gobiernos de las comunidades y tan siquiera los locales. Claro que la culpa la tenemos nosotros por haberles votado sin exigir nada a cambio. Se que en otros países tampoco lo están haciendo bien ¿será verdad eso que dicen que les ha pillado de sorpresa?
Recuerdan el analista entrevistado el otro día en la televisión que decía que este tipo de catástrofes, sobre todo económicas, están previstas por expertos y por la estadística. Pienso que los gobiernos tienen la obligación de estar preparados. Pues bien, Bill Gates auguró hace muchos años una gran guerra entre los humanos y los virus y lo mismo dijo Obama hace ahora cinco años. Ambos hicieron hincapié en que los países tienen que movilizarse con el objetivo de estar preparados para estos acontecimientos.
¿¿¿¿???? Pongo interrogaciones porque me hago muchas preguntas. El mundo ha sufrido en los últimos cien años ocho pandemias, incluyendo el Ébola y el VIH. Eso da una pandemia cada doce años y medio. El último comenzó en el 2012, y digo comenzó porque tuvo algunos rebrotes, así que esta, la de ahora, era de esperar. Figuraba ya en el calendario de análisis estadísticos.
Hablan de la Inteligencia Artificial, de que ahora están haciendo todo tipo de cálculos matemáticos para saber cuándo y dónde van a ir surgiendo los brotes de este coronavirus para poder tener la sanidad preparada. ¡Ahora! ¡A buenas horas! Mientras tanto se está minando la infancia de los niños, la vida de muchos mayores, la tranquilidad de los adultos y el futuro de toda una generación de jóvenes que será la que tendrá que lidiar con los restos de la catástrofe. Suspiro por no gritar.
Hoy era el día del inicio de la limpieza general. Pero no. Lo he dejado para otro día. Porque como decía mi madre, porque voy a hacer hoy, lo que tenía que haber hecho ayer y puedo hacer mañana. Total, nos queda por lo menos un mes así que tengo tiempo de sobra. Además, hoy no hacía día como para ponerse a hacer limpieza ya que ha sido un día triste, con lágrimas cayendo del cielo y nubes escondiendo los rayos de nuestro gran dios Ra.
Pero que nadie se crea que me he quedado parada. Estoy inmersa en reorganizar mi vida, fotográficamente hablando, y eso, os lo aseguro, es una tarea muy complicada. Los años, las bodas, los cumpleaños, todo se mezcla en un gran ovillo que hay que desenredar. Es muy entretenido y también divertido porque me vienen recuerdos que pensaba olvidados. Lugares y personas, hechos divertidos, pero también tristes. Y fiestas, muchas fiestas. Es una forma de hacer balance de lo vivido y de soñar con vivencias nuevas que tendrán lugar en los próximos años. Porque habrá un próximo año.
De momento un nuevo día que será mañana. Jueves número 33.
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