VIAJE AL PASADO
Hoy hemos disfrutado de un día soleado. Da mucha alegría ver el sol y a mí personalmente me llena de vida. Claro que lo mejor sería si pudiéramos disfrutar de sus rayos a nuestras anchas, paseando o tumbados en la playa, pero me temo que eso tendrá que esperar.
De momento me he conformado con dar un paseo a la farmacia y a la pescadería. El otro día no fui y sigo con el mono de pescado fresco. Teniendo en cuenta que normalmente comemos pescado unas cuatro veces por semana y que llevamos un mes sin probarlo, al menos ese tan fresco como a mi me gusta, pues eso, un mono auténtico. Ha sido un paseo agradable, poca gente en la calle y un sol espléndido. Y una merluza al horno que ¡para que os voy a contar! Sabiendo que la pescadería sigue abriendo como siempre volveré a las andadas la semana que viene.
Definitivamente la limpieza general puede esperar un poco más. ¿Qué prisas tengo en hurgar en los armarios para ver que se tira o no? Pues la verdad, ninguna. Después del pescado me he liado con la gimnasia, las cosas de la casa, cocinar, mis plantas, buscar historias en internet. En fin, que se va la mañana y no queda tiempo para limpieza. Las tardes están para otra cosa.
Me gusta descansar un poco después de la comida. La siesta me duerme el telediario o lo que es lo mismo, yo no duermo siesta, la siesta me duerme a mi durante el telediario. Justo cuando empiezan las noticias deportivas abro los ojos y cambio de canal. Así consigo mantenerme desinformada.
Luego es hora de estar en el estudio con las fotos de mi vida. Es un viaje al pasado, con todo lo que eso conlleva. Se que no soy la única que anda liada con los recuerdos inmortalizados ya que he hablado con amigos y parece que es un "mal" común entre muchos. Estoy además convencida de que algunas de nuestras imágenes son las mismas porque somos amigos de toda la vida y hemos crecido juntos, no solo en la infancia, sino también en la adolescencia y en la madurez. Nuestros hijos han crecido juntos, son amigos, y ahora tenemos la esperanza de que nuestros nietos, que no tienen la misma fortuna porque están cada uno en una punta del mundo, al menos tengan la oportunidad de conocerse y quién sabe, a lo mejor también se hacen inseparables.
En esta época de confinamiento tenemos tiempo para muchas cosas, entre ellas pensar en todas las personas que han llenado tu vida. La amistad no tiene precio de la misma forma que la ayuda incondicional no la tiene. Ellos están ahí, para lo que haga falta, y yo estoy para ellos cuando lo necesitan. Amigos con los que has llorado, pero sobre todo reído. Personas a las que no necesitas decir nada porque ya te conocen tan bien que lo saben todo. Te han apoyado en ese difícil trayecto de construir una vida divertida, a veces hasta rozar el escándalo. ¡Y sino, que se lo digan al Congo! Porque entre todos juntos fuimos buscando y al final encontramos el Congo.
Todo esto surge cuando repaso las imágenes de mi vida. Los recuerdos van brotando según voy ordenando las fotos. Mi memoria, sin embargo, sobre todo para fechas, es un desastre. Pero para eso también están los amigos así que cuando me pierdo en los años, WhatsApp va, y WhatsApp viene. Es genial.
Ya casi hemos superado la semana y me pregunto cuanto quedará. Porque esto a largo plazo va a resultar dañino. ¿Se recuperará la sociedad de este encierro?
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