DIA SETENTA Y UNO – DOMINGO 24 DE MAYO
EL LUJO DE LA MASCARILLA
Está claro que lo del uso de la mascarilla va a dar de sí. No solo porque la mayoría no sabemos dónde y cuándo usarla (la normativa al respecto es un poco liante) si no también porque tampoco sabemos que tipo de mascarilla debemos utilizar y como se coloca correctamente. En cuanto al modelo he leído tantas cosas y para todos los gustos que no sé qué pensar, aunque la mayoría de las opiniones de los expertos coinciden en que lo más idóneo para la gente de a pie, los ciudadanos que salimos a la calle, son las mascarillas quirúrgicas, que son las de un solo uso.
¡Estupendo! A ver, una familia de cuatro personas, dos adultas y dos adolescentes, son cuatro mascarillas al día, por treinta días (un mes) son 120 mascarillas, a 96 céntimos la mascarilla, pues es la ruina. ¿Estarán subvencionadas?
Y si seguimos sumando mascarillas llegaremos a cientos de miles que luego hay que tirar ¿dónde? En las noticias han dicho claramente que no van ni en el amarillo, ni en el azul, ni en el de cristales y tampoco en el orgánico. Va en uno que se llama Resto, eso es, lo que no se puede reciclar. ¿Dónde está ese contenedor? En el reportaje de la tele sí que había uno que ponía Resto, pero no se ahora en que Comunidad Autónoma estaban. Porque si en un país no se recicla de la misma manera en todas las regiones ¿Qué hacemos?
Luego también está la forma de ponerse la mascarilla. He visto ya todas las modalidades y algunas resultan hasta graciosas. Tengo entendido que la mascarilla debe tapar la nariz, la boca y la barbilla porque así es como va bien ajustada. Claro que según lo visto también sirve de collar, cinta de pelo, pulsera o se puede llevar en una oreja a modo de pendiente o solo como tapaboca dejando asomar la nariz. Y está claro que cuando uno habla por el móvil no se puede usar porque ¡a ver si no te van a oír! No, si yo ya digo que esto va a dar de sí.
Lo de la mascarilla lo dejo en suspenso pero lo que si tengo muy claro es que España es ahora mismo el país con los hogares más limpios de nunca jamás. Estoy convencida de que las primeras semanas de confinamiento a cal y canto, las dedicamos en una gran mayoría a la limpieza general con lo que ahora en nuestros hogares todo lo que reluce es oro. Luego nos hemos acostumbrado a recoger constantemente y a pasar la bayeta con desinfectante por todos los lados por si acaso, ¡a saber dónde está el bicho! Los zapatos de la calle se han quedado en la puerta y la ropa que hemos usado para ir a la compra la colgamos en la terraza para "airear" o la metemos directamente en la lavadora y la sustituimos por un cómodo chándal. Así los bichos quedan en la calle, eso es al menos lo que nos creemos. El caso es que de esta forma ensuciamos menos nuestros hogares lo que a la larga vamos a agradecer.
Creo que estos hábitos seguirán con nosotros en un futuro porque ya hemos cogido la costumbre que es cómoda y no cuesta ningún esfuerzo. Los expertos auguran que a partir de ahora vigilaremos más la higiene en el hogar y el desinfectante formará parte de nuestras vidas. Yo he crecido con la lejía y de ella no me aparto porque usada en su justa medida es un desinfectante estupendo.
Y hablando de hogares el otro día leí que se está reactivando el sector inmobiliario y que la venta de casas está teniendo cierto empuje. Esto se debe en parte a que tras este confinamiento muchos se han dado cuenta de que sus viviendas no son los idóneos para una familia. En España de toda la vida se ha vivido en la calle porque es ahí donde quedamos con nuestros amigos para pasear, hablar, tomar un café, ir de tapeo. En fin, todo un mundo de posibilidades que tiene como escenario las aceras, el tráfico, los bares o los parques. Somos muy de salir por lo que no nos hemos dado cuenta de que nuestros pisos a lo mejor no reúnen los requisitos necesarios para una cómoda vida familiar. Las inmobiliarias aseguran que eso es precisamente lo que muchos compradores han descubierto después de vivir semana tras semana encerrados entre cuatro paredes.
¿Y que buscan los nuevos compradores? La misma información hacía hincapié en que la demanda se centra sobre todo en casas amplias, con terraza y mucha luz natural. Todo un reto para los arquitectos que tendrán que reconducir sus diseños para maximizar el espacio de las viviendas sin maximizar al mismo tiempo su precio. Estamos además ante una gran oportunidad para replantearnos el crecimiento y la estructura de las ciudades que deben expandirse de acuerdo con las necesidades de los ciudadanos y no las de las constructoras.
Buen momento desde luego para planificar un nuevo tipo de ciudad o habitar la España vaciada con sentido común.
Mañana no me aparto de la tele. A ver qué pasa en Madrid cuando den el pistoletazo de salida. ¿Saldrán todos como caballos desbocados?
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