DE CORRE A SAVOYEUX PASANDO POR PORT SUR SAONE – POR FIN UNA
LAVADORA
Y sobra decir que de
Corre salimos corriendo y absolutamente decepcionados. Al margen del pueblo,
que sus habitantes no tienen la culpa, aquí nada funcionaba así que hasta la
próxima parada.
Lo que sí que era un alivio a partir de este momento es que las esclusas se hicieron cada vez más inexistentes. Además la forma de abrirlos es diferente como veréis en las fotos.
También vimos un cambio notable del paisaje. La tierra se hace cada vez más “humana”, menos salvaje, los cultivos son notables y también la ganadería.
Llegamos al pueblo y
nada más entrar vimos un bareto con la bandera española con toro incluido.
Estaba cerrado, naturalmente. Port sur Saone es un pueblo de origen romano que
antaño fue la capital de la región. Tiene un puente antiguo de piedra del siglo
18 y también una iglesia de la misma época. Sin embargo, una vez más la
actividad no parecía demasiado abrumadora.
La marina se encuentra
algo alejada del centro con lo que ir a hacer la compra era imposible. Si había
sin embargo servicios y ducha y también lavadora y secadora. Pusimos dos
máquinas por la “módica” suma de 5.50 € cada una, y sus correspondientes
secadoras por 4 €, también cada una. Lavar no resulta barato en este país,
tampoco ducharse, ya que cada ducha cuesta entre dos euros y dos y medio,
depende de la marina. Recordábamos con nostalgia las marinas tan maravillosas
en Holanda, con todo incluido, y también las de Bélgica, que tal vez no
llegaban a la altura de las holandesas pero eran mejores que las francesas.
Todo hay que decirlo, tanto lo bueno como lo malo. Y para malo el feo que
hicieron en esta marina. A las siete de la tarde cortan el agua así que si no
te ha dado tiempo llenar el barco o darte una ducha, te quedas sin ello, aun
habiendo pagado. Abusivo.
En esta marina hablamos
también con algunos viajeros, como nosotros. Concretamente una pareja sueca que
llevaba un año por el Mediterráneo y se dirigían de vuelta a su tierra. A veces
pienso que exagero cuando critico las cosas pero la charla con la señora me
confirmó que mi percepción de las cosas se ajusta bastante a la realidad. A
ella también la extrañaba que la mayoría de los comercios estaban siempre
cerrados, parece que la gente no trabaja decía, o que las calles de las
ciudades estaban desiertas. La calidad de las marinas irían bajando hacia el
sur, contaba, salvo algunas excepciones. Pues es lo que hay pero por lo menos
solo hemos hecho cinco esclusas y seguimos con nuestros amigos Ingrid y Peter.
Y al día siguiente una
nueva jornada rumbo a Savoyeux bajo un calor infernal, hasta tal punto que me
eché un cubo de agua del río encima.
Se trata de un pueblo de origen celta cuya existencia su se debe probablemente a un asentamiento militar galo durante la época romana. A lo largo de la historia sus habitantes han vivido de la metalurgia y también de la joyería aunque en la actualidad no queda nada de esta actividad.
Cada día, ya con tan pocas esclusas avanzamos
más y las jornadas se nos dan muy bien. A mediodía comida ligera para luego
darnos un moderado atracón nocturno. Y en esta marina todo funcionaba
relativamente bien, salvo internet. Me parece que a estas alturas no hemos
vivido en una marina francesa en el que todos los servicios ofrecidos estaban a
pleno rendimiento. Eso sí, ellos están muy “desolé” pero las cosas siguen sin
funcionar.
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