DE VIVIERS A AVIGNON – NAVEGANDO EN SOLITARIO
Ya nos habíamos
acostumbrado a la navegación con Peter e Ingrid pero como no pudieron quedarse
en Viviers, continuamos nuestro camino en solitario hacia Avignon. Ahí nos
estarían esperando. Alfonso se asomaba de cuando en cuando a la bañera mientras
Rafa estaba en la rueda llevando el barco camino al sur. Nuestro primer reto
era la esclusa de Bolléne, la más alta de todas, 23 metros, daba casi miedo
solo pensarlo. Y la verdad impone.
Hoy eran solo tres pero tardamos casi tres horas en total en pasarlas debido a los tiempos de espera. Afortunadamente íbamos a buena velocidad, con la corriente y el viento a favor, así que el viaje no se hizo demasiado pesado.
Además en el muelle, porque ya de marina no quiero ni hablar (las fotos lo dirán todo), nos estaban esperando Peter e Ingrid con los que luego cenaríamos en la ciudad. Como veis amarramos abarloados, en tercera fila. Primero un joven alemán, luego el barco de Peter y luego el de Alfonso.
El joven alemán es
desde luego un personaje. Llevaba su barco desde España a Berlin para
arreglarlo e irse de vuelta a las tierras del sur ya que lo de Alemania no lo
gustaba demasiado. Ahí todo el mundo anda malhumorado y estresado, decía. Y
supongo que tiene razón ya que vivir en un barco e ir de un lado a otro es
bastante más relajado que pelearse con los jefes todos los días en el trabajo.
Avignon no es desde
luego ciudad para un solo día así que habrá que volver. Tiene monumentos
históricos de gran importancia, museos más que interesantes y un ambiente
considerable. Nunca pensé ver tanto turista en esta ciudad pero es lo que
tiene, mucho turista con ganas de conocer cultura. La verdad es que he quedado
bastante impresionada y en cada rincón parece que encuentras algo nuevo.
A la noche, como dije,
salimos a cenar y había un buen ambiente. Francia jugaba contra Suiza en el
mundial y ganó por goleada así que todo el mundo en la calle dando brincos. Fue
sin duda una gran noche, no solo para los franceses, sino también para nosotros
ya que cada vez quedaba menos para llegar a nuestra meta. Ya solo dos días.
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