DE FONTENOY A CORRE- EL PAIS DONDE NADA FUNCIONA
Lilian y Bas se fueron
a las seis de la mañana en un autobús escolar rumbo a Epinal y nosotros
seguimos camino soñando con Corre ya que a partir de ahí todo sería “corré” y “corré”,
o lo que es lo mismo largos trayectos sin exclusas. Además en Corre había
lavadora algo que ya era imprescindible ya que con el calor nos estábamos quedando
sin ropa limpia.
Y como todo hay que
decirlo el trayecto en este tramo es precioso.
Eso sí estamos desconectados del mundo ya que el río o el canal transcurre en medio de un denso bosque y la señal de teléfono no llega. Pero eso no importa ya que dentro de pocas horas llegaremos a Corre donde la vida volverá a la normalidad. ¡Ese era nuestro sueño!
Eso sí estamos desconectados del mundo ya que el río o el canal transcurre en medio de un denso bosque y la señal de teléfono no llega. Pero eso no importa ya que dentro de pocas horas llegaremos a Corre donde la vida volverá a la normalidad. ¡Ese era nuestro sueño!
De nuevo la pesadilla.
En la marina de Corre no podíamos entrar por el calado, ya lo sabíamos pero
había otra alternativa con las mismas comodidades y a ella fuimos. Y de nuevo
la decepción, la lavadora no existía, no había nadie para informarnos y el
calado indicado 1,20, así que dejamos el barco abarloado a una gabarra y fuimos
a por información a la marina con nuestros veinte kilos de ropa sucia. Pero
¡desolé desolé! La lavadora estaba estropeada y aunque ellos también se
ocupaban del otro atraque, luego a última hora, iría alguien a cobrar.
A estas alturas y con
la experiencia que hemos tenido sabemos que aquí lo único que les interesa es
cobrar. Prometen un servicio inexistente y no se molestan tan siquiera en pedir
disculpas. Lo que hay es lo que hay y eso como las lentejas, si lo quieres lo
tomas y si no lo dejas. De vuelta al
barco con la ropa sucia y efectivamente a última hora aparece un señor a
cobrar. La verdad es que me despaché a gusto con el hombre ya que si uno ofrece
un servicio lo tiene que tener. De todas formas nos indicó otro sitio para el
barco y finalmente nos quedamos relativamente cómodos. Cerveza y salchichón con
Peter e Ingrid y a esperar a otro día.
Y desde luego Corre es
un pueblo como para echarse a “corré”. Un bar, una tienda de antigüedades y
poco más. Todo triste y gris y uno se pregunta qué hace la gente que vive aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario