DE MACON A LYON – CON EL MISTRAL
EMPUJANDO
Al día siguiente el mistral seguía empujando rumbo al sur. Eso y con la
corriente a favor hace que vayamos algo más rápido, ganando algún kilómetro que
otro cada hora. Y bueno es, porque hasta llegar a Lyon teníamos más de ochenta
kilómetros, lo que en una sola jornada se puede hacer muy cuesta arriba sin no
se tiene algo de ventaja. Además solo dos esclusas así que estábamos seguros de
conseguirlo. Al margen del viento hacía buen tiempo así que todos relajados al
tiempo que el río se desliza a través de una naturaleza cada vez más abierta y
también algo más seca.
Sobra decir que en el barco, en travesías tan largas hay tiempo para
todo, incluso, y aunque no lo parezca, aburrirse un poco pero yo siempre digo
que el que no se divierte es porque no quiere, así que intentamos siempre pasar
el rato lo mejor posible, aunque sea lijando la teca del barco. También está la
hora del aperitivo y de la comida y un
vermut o cerveza y un buen bocata siempre sienta bien al cuerpo. Y eso sin
olvidar que hoy estábamos de celebración, el cumple de Lourdes. Aunque las
velas tendrían que esperar hasta la noche.
E hicimos nuestra entrada triunfal en Lyon, una entrada que es más larga
que un día sin pan, casi ocho kilómetros hasta llegar a la Marina. Porque a
pesar de que las guías indican específicamente que no hay puerto deportivo en
Lyon, haberlo lo hay. También decir que se ha inaugurado hace tan solo dos
meses así que es normal que no esté en los libros. Se trata de una Marina por
tanto moderna, limpia y con todas las comodidades y que además se encuentra
bastante cerca del centro de la ciudad y con transporte público en condiciones.
Y llegó de nuevo la hora del turismo. Estamos en la tercera ciudad más
grande de Francia, con casi dos millones de habitantes, urbe industrial por excelencia, pero también
la imagen culta y gastronómica del país. El nombre de Paul Bocuse está presente
en cada esquina y una de las visitas obligadas en el Mercado que lleva su
nombre. Exquisiteces a más no poder y a uno se le hace la boca agua pero los
precios son prohibitivos, tanto que casi dan risa. Un módico menú por 300 €
para dos personas, sin bebida, es una de las ofertas que ofrece este mercado
abierto a la imagen y semejanza de la Boquería de Barcelona o el San Miguel de
Madrid.
La historia de Lyon se remonta a la época de los romanos que han dejado
en el lugar un magnífico teatro que es utilizado en verano para festivales
culturales. Y muy cerca de ahí se erige la Basílica Notre Dame de Fourvière que
es un auténtico espectáculo sin contar con la vista que ofrece sobre la ciudad.
Para subir lo mejor es usar el funicular pero la bajada hacia la parte vieja de
la ciudad se hace de forma agradable a pie. Y es en esta parte donde
descubrimos por qué Lyon forma parte de la lista de Patrimonio de la Humanidad
de la Unesco. Sus edificios, callejuelas y rincones son encantadores y nos
recuerdan también que es en esta zona donde hace siglos se acumulaban más de
18000 telares de seda que constituía uno de los grandes comercios de la ciudad.
Sin embargo, Lyon siempre tuvo también un emplazamiento estratégico al
encontrarse justo en la confluencia de los rios Seône y Rhône. Sobra decir que
deambular por las calles del barrio viejo o por los alrededores de la Place
Bellecour es una auténtica gozada.
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