PRIMERA PRUEBA
SUPERADA – DE TAHON-LES-VOGUES A GIRANCOURT
A partir de Toul hemos entrado al Canal Les Vosges que nos
llevará hasta Corre donde ya enlazamos con el Rio Saône. Este canal tiene 147
kilómetros y algo así como 140 esclusas, lo que significa que a cada kilómetro
nos encontramos con una. Hacia la mitad del camino son todas de subida y luego
todas de bajada y aunque estas últimas son más sencillas, el trabajo sigue
siendo enorme. Y en esta jornada nos espera la primera gran prueba con un
recorrido de 17 kilómetros y 18 esclusas.
Como todos los días el
pistoletazo de salida es a las nueve de la mañana, horario de apertura de
esclusas. Íbamos los dos barcos juntos, el de Alfonso “Inspiration” y el de los
holandeses “Seawind”, dispuestos a alcanzar nuestra meta, Girancourt. Primero
tres esclusas, en un recorrido de cuatro kilómetros y luego 15 esclusas
seguidas en un tramo de tres kilómetros y medio. Eso significa que cuando vas a
entrar en una esclusa ves la siguiente. Todas de subida, lo cual complicaba un
poco la labor. Sin embargo, nada más pasar la primera del rosario de esclusas
Liliana baja del barco y va andando hasta la siguiente para recibir los cabos,
amarrar y hacer el proceso más fácil. Así nadie tiene que subir las escaleras
para recibir luego los cabos con lo que nos ahorramos un tiempo fantástico. Yo
me uní a Liliana y eso era un auténtico trabajo en equipo. Mientras los barcos
subían la esclusa íbamos a la siguiente para que nos volvieran a lanzar los
cabos, amarrarlos y así sucesivamente. Además con el incentivo de que estas
serían las últimas esclusas de subida. Luego todo rodaría para abajo.
El operario que nos
recibió en la primera esclusa preguntó a dónde íbamos y tras la respuesta nos
aseguró que antes de las cinco no estaríamos ahí. Llegamos a las tres. Claro
que también hay que decir que tuvimos suerte ya que todas las esclusas nos
estaban esperando con las puertas abiertas y no nos encontramos con ningún
barco en sentido contrario. Los ocho tripulantes de los dos barcos lo
celebramos con un vino a bordo de Inspiration.
Girancourt es un pueblo
pequeño pero el atraque, aunque sin ningún tipo de servicio, es agradable,
además está al lado de un supermercado grande y de una gasolinera. Entre los
servicios que ofrece la localidad está un bar, el único, que casualmente esa
noche ofrecía cena con mejillones y patatas fritas. Rafa y yo hicimos rápidamente “una reserva”
ya que durante un mes había soñado con este extraño menú tan típico de Bélgica.
Rico, rico y además divertido. Era nuestra fiebre de sábado noche, en un bareto
de tres al cuarto, con todo de plástico bajo una lona cutre y con todo el
pueblo reunido. ¡Claro, era el único lugar!
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