lunes, 31 de marzo de 2014

COSAS - EL GRAN MAGO DE LOS CUENTOS

EL GRAN MAGO DE LOS CUENTOS

  
   Todos los años los habitantes de Odense esperan con expectación la llegada del dos de Abril, un día memorable no solo para ellos sino también para cualquier persona admiradora del arte de las letras. Ese día se reúnen todos ante la estatua de Hans Christian Andersen que se encuentra en el parque de Eventyrhaven para rendir tributo al escritor más afamado de la ciudad y también a uno de los creadores literarios más importantes del mundo. Digo esto a sabiendas de que muchos no estarán de acuerdo conmigo ya que dirán que se trata solo de un escritor de literatura infantil ¡como si eso fuera un género menor! Pero no hay nada de menor en la literatura infantil, más bien todo lo contrario porque conseguir que los niños de hoy en día se interesen por un libro es todo un milagro. Además, la obra de Andersen, va mucho más allá del pensamiento de los pequeños ya que se adentra, de forma clara y concisa, en todas las miserias, neuras, odios, amores y problemas de los adultos.
  
   Dicho esto seguiré contando que  Andersen nació ese día, el dos de abril de 1805. Era hijo de un zapatero pobre y de una lavandera que a duras penas tenían algo que llevarse a la boca pero que nunca vieron con malos ojos esos pajaritos que siempre le rondaban al pequeño en la cabeza. De sus primeros años no se cuentan grandes historias al margen de que era un niño con mucha fantasía y  que tras  quedar huérfano de padre dejó la escuela para descubrir mundo. Estamos en 1816 y Andersen tenía grandes planes para su futuro; quería ser cantante de ópera primero, luego bailarín, después dibujante (y eso lo dominó a lo largo de toda la vida)  e hizo sus intentos en Copenhague para labrarse un porvenir y consiguió además apoyos importantes, mecenas de prestigio. Pero fracasó. Aún así tuvo una formación considerable ya que el Rey Federico VI se interesó por él, sufragando sus estudios en la escuela de Elsinor donde acabó su formación académica tras lo cual regresó a Copenhague para iniciar lo que luego sería su gran carrera literaria.
  
Por aquel entonces Andersen ya era el hombre que conocemos hoy en día, un personaje muy peculiar y poco corriente. Digamos por ejemplo que vivió hasta los 70 años en una época en el que mortandad infantil llegaba al 40% y que a pesar de su origen humilde alcanzó fama mundial como escritor cuando la mayor parte de la población era analfabeta. Físicamente era también un hombre fuera de lo común ya que medía 1,85cm, 25m por encima de la media nacional, era delgado con cabeza alargada dominada por una gran nariz y ojos algo hundidos. Muchos le consideraban una persona fea y con pocos atractivos, pero esa era solo la primera impresión ya que su personalidad era al parecer arrolladora. Y si no que se lo pregunten a las mujeres que revoloteaban a su alrededor disfrutando de su ingenio.
    
     Más de 160 cuentas, entre ellos,  El Patito Feo, La Reina de las Nieves, La Sirenita, El soldadito de Plomo o La Cerillera forman parte del legado literario de Andersen cuya vida está reflejada en el Museo que lleva su nombre. Se encuentra en la casa natal del escritor ubicada  en lo que antiguamente era el centro de la ciudad de Odense. Fue inaugurado en 1908 con lo que se convirtió en uno de los primeros "museos literarios" del mundo. Objetos, manuscritos, paneles informativos y enseres personales nos acercan tanto a la época como a la vida del escritor. Es una presentación de quien y como fue Hans Christian Andersen; un genio y probablemente como tal un gran excéntrico. Decía que "viajar es vivir" y tras sus primeros éxitos literarios, que fueron poemarios y obras de teatro, se convirtió en un viajero empedernido.
  
      El hijo del zapatero llegó a conocer mundo, mucho mundo, viajando por toda Europa, llegando incluso a España donde quedó fascinado por ciudades como Málaga, Granada, Alicante y Toledo. Luego plasmó sus impresiones de una buena parte de estos periplos en la prensa local de la época aunque rescató también muchas anécdotas para sus historias. La mayor parte de su obra fue escrita en Copenhague y entre líneas podemos reconocer muchos rincones del mundo pero Odense y los recuerdos de su infancia están también en sus relatos  por lo que en el centro de su ciudad natal hay 13 piedras cuadradas de granito que señalan que ese lugar guarda relación con la vida de Andersen.






lunes, 10 de marzo de 2014

EL TRANSIBERIANO -- EL INICIO

EL TRANSIBERIANO - EL INICIO 

     ¡Madre del amor hermoso! ¡Esto no es una estación, es un auténtico hervidero de gente! Sin duda alguna se me había olvidado que lo que predomina en China es precisamente eso; GENTE. Mires donde mires hay miles, decenas de miles o incluso cientos de miles de personas y claro está que nuestra estación de tren de Beijing no iba a ser una excepción. Aquello era un  hormiguero de personas que de tanto movimiento no quedan atrapados con nitidez en la imagen, por lo menos no en la mía.

     Para no perder el tren en China hay que contar con tiempo, mucho tiempo, y a veces incluso más que cuando uno pretende volar. Los controles de seguridad, que tienen poco de control y menos aún de seguridad, conllevan por pura lógica, con tanto chino por medio, larguísimas colas. Aún así la organización es relativamente correcta y está vigilada por los severos policías chinos que de cuando en cuando gritan con mala leche algo que uno deduce significa "mantente en la fila". Pero a palabras necias oídos sordos y los chinos siguen empujando a codazo limpio y se cuelan sin el menor pudor. Después de ver el "incontrol de la inseguridad" deduje que sirve ante todo para dar trabajo a un buen número de personas que de otra forma estarían en el paro. ¡Con la mala imagen que eso daría al mundo! 
     En cualquier caso esta Estación de Ferrocarril de Beijing, la ciudad tiene otras tres, es estupenda. El inmenso pasillo que da a los andenes está llena de tiendas con unos escaparates multicolor que ofertan todo tipo de productos. También esta llena de gente que esperan la salida de su tren y lo hacen con paciencia, tumbados y dormidos en el suelo.
  Así comienza nuestro viaje por el Transiberiano, una línea de ferrocarril que originariamente recorre 9,288 kilómetros entre Moscú y Vladivostok siendo la  más larga del mundo y que todavía es  utilizada  tanto por trenes de pasajeros, como turísticos y de transporte. El gran impulsor de la idea fue el zar Alejandro III quien encomendó a su hijo Nicolás II el desarrollo del proyecto. Fueron necesarias muchas expediciones científicas para estudiar el terreno y otros tantos comités para poner en marcha la construcción que finalmente se inició el 19 de mayo de 1891. La primera piedra se puso en Vladivostok; Vladi significa poseer y Vostok oriente, por lo que la ciudad era el dominio sobre oriente. Y ese era precisamente uno de los objetivos de la construcción de la línea: desarrollar la colonización de las tierras de oriente y explotar los recursos minerales de la zona.
 Dicen que el cálculo del coste monetario y humano de la construcción del Transiberiano está hecho, existe realmente en cifras, pero dudo mucho que se acerque a la realidad. Y no lo dudo por maldad sino porque en aquellos años los que se morían quedaban sin contabilizar en el camino y el dinero invertido acababa, al igual que ahora, en el bolsillo de muchos intermediarios. 
    En cualquier caso  las necesidades comerciales y militares así como los sucesivos cambios en el mundo desarrollaron con el paso de los años la idea original y ahora el Transiberiano se ha unido con otras líneas como el  Transmanchuriano o Transmongoliano llegando a capitales como Beijing y Ulaan Bataar. En la actualidad  e impulsado por el  turismo, tour operadores, agencias de viajes y mayoristas  todo esto se ha convertido en lo que conocemos como Transiberiano, trenes operados por compañías privadas que llevan a sus clientes de un punto a otro con visitas y excursiones incluidas. Eso es, el tren se convierte en un hotel sobre ruedas. 
     Así que lo que hoy se vende como el Transiberiano, es en realidad el recorrido de varios trenes privados, operados por una serie de empresas, que ofrecen su producto; trenes especiales para sus clientes que recorre la línea desde Moscú a Beiijing o Vladivostok, o vice versa. Está el tren Zarengold, que es alemán, el Golden Eagle, que es británico y el Transiberian Express, operado por una empresa rusa (seguro que hay más pero lo desconozco). No voy a entrar en la calidad ni en los precios aunque si decir que estoy segura de que varía según la empresa y que antes de comprar el billete conviene asegurarse  ya que la relación calidad precio debe ser la correcta. De todas formas hay que tener en cuenta que si bien la calidad del tren es importante también lo es el servicio y las excursiones ya que lo que realmente interesa en este viaje es todo aquello que uno llega a ver.  
   Pero volvamos a la Estación de Ferrocarril de Beijing, al hervidero de gente que llega a poner de los nervios aunque también deja una sonrisa en la boca ya que es un placer ver viajar a tantas personas. Porque viajar abre nuestras mentes y pone en su sitio gran parte de los prejuicios y sentimientos contradictorios que llegamos a acumular con respecto a otras razas y culturas.
    Y embarcamos en el tren, en el tren chino ya que hasta la frontera con Mongolia solo funcionan los trenes nacionales debido al ancho de vía. Nos han asegurado que es un tren de primera clase; de primera clase sin duchas y con tan solo un WC por vagón.
  Creo que mi próximo proyecto va a ser montar una empresa de servicios de limpieza en China, dedicada especialmente a los trenes, aunque después de tres días en la capital del país podría incluso extenderlo a otros sectores. 
     En cualquier caso, así comienza esta aventura, llena de ilusión y esperanza. A lo que en los días venideros se añade diversión, charlas y amistad. Porque si hay algo que el tren puede ofrecer, es la oportunidad de hacer amigos. Amigos que con un poco de suerte quedan para siempre. Como la primera noche a bordo alrededor de un buen vino  y con la curiosidad sobre que nos van a deparar los días venideros.