lunes, 30 de marzo de 2020

EL COVID DESDE MI TERRAZA - DIA QUINCE

DIA QUINCE – DOMINGO 29 DE MARZO 

UNA HORA DE MAS

 

  

      Ya lo dije ayer. No me gustan los cambios horarios a pesar de que nos han regalado una hora más de sueño. Metidos de lleno en una pandemia me identifico más con ese “meme” que dice que dejamos el horario de invierno para entrar en el del infierno. Y no por el calor, precisamente sino por ese bicho maldito que anda suelto por la tierra. ¡Y tenemos que sufrirlo una hora más!

      Estamos según las instrucciones del gobierno “quieto parados” ¡que no se mueva nadie! Ya no solamente confinados, sino también paralizados. A partir de mañana habrá otra vuelta de tuerca a la actividad económica del país, con el objetivo de que solo siga funcionando lo estrictamente necesario.

      ¡Que alivio! No nos dejan sin comida. Podría decir que no está el horno para bollos, pero me equivocaría. Resulta que de la misma forma que la gente se lanzó a comprar papel higiénico, ahora les ha dado por la harina y levadura. Es verdad que no hay nada tan rico como el pan casero al igual que la repostería artesanal que está en alza. Los programas y concursos de cocina que tanto abundan en las televisiones están dando su fruto así que, a la lista de casas limpias, top fitness e informáticos expertos voy a añadir cocineros estrella Michelin.

      Me temo que cuando salgamos de esta van a aparecer como churros nuevos restaurantes y bares con un menú lleno de “frivolidades”. No hay nada como la buena cocina, esa que requiere el tiempo que nunca tenemos. Pues ahora tenemos todo el tiempo del mundo y veo que son muchas las familias que dedican horas al día a convivir en la cocina, rodeados de cacerolas, sartenes y bandejas de horno con el fin de preparar eso que siempre quisimos pero que nunca tuvimos tiempo de hacer.

      Madres, padres e hijos como Fuenteovejuna, ¡todos a una! Creo que la cocina es la estancia más peligrosa de la casa y la habitación donde se producen la mayoría de los accidentes domésticos. Es bueno por tanto que los niños se familiaricen con sus peligros. Pero no solo eso, lo bueno realmente es que tengan un contacto directo con los alimentos, que aprendan a manejarlos y prepararlos. La mayoría de los cocineros coinciden en que los niños tienen que aprender a comer de todo, a sorprenderse con entusiasmo con sabores y texturas y a desechar de su vocabulario la frase “esto no me gusta”.

      Al paladar hay que educarlo y la mejor forma es preparar la comida que uno mismo va a ingerir.

      Mañana es lunes y además todo el día. No me gustan los lunes.

 

 











domingo, 29 de marzo de 2020

EL COVID DESDE MI TERRAZA - DIA CATORCE


DIA CATORCE – SABADO 28 DE MARZO 

PRIMERA PRORROGA

 

  

      Hoy ha salido el sol para saludar a la primavera que se supone está llegando y también para recordarnos que por cada día que pase va a oscurecer más tarde. Desde luego es de agradecer, pero a mi estos cambios de hora no me gustan nada. Dicen que los van a quitar, que este es el último año con un ir y venir de horas para arriba y para abajo. Queda por ver si es verdad y también con que horario nos quedamos, si el de verano o de invierno.

      Creo que en Europa deberíamos ponernos de acuerdo porque si no, menudo lío. Claro que si no nos ponemos de acuerdo con el corona virus ¡cómo nos vamos a poner de acuerdo con algo tan sencillo como la hora! A nosotros nos toca realmente el horario de Canarias y de Gran Bretaña, de hecho, el meridiano Greenwich pasa por mi pueblo, así que lo deberíamos tener bastante claro. Pero como cada uno tiene sus ideas, pues ya se verá.

      Estoy convencida de que las calles de las ciudades y pueblos españoles nunca han estado tan vacías. Resulta extraño ver La Gran Vía madrileña, las Ramblas de Barcelona o los alrededores del Guggenheim en Bilbao sin gente ni coches, sin movimiento alguno. Es raro, y al mismo tiempo aterrador porque parece el fin del mundo. Hay confinamiento total, solo actividades esenciales permitidas, lo que se traduce en calles desiertas que muestran la triste soledad de un planeta que se está apagando.

      Estamos en fin de semana y los rayos de sol son aprovechados por los vecinos para salir a la terraza. También me apunto porque es un buen momento para hablar con ellos, cada uno en su idioma y resulta divertido comprobar que no hace falta más que un poco de voluntad para entenderse, a pesar de que las lenguas son distintas. Aunque en el fondo da un poco de rabia. Ellos llevan en España 15 o 20 años y no hablan el idioma. No han sabido, no han podido o no han querido aprender.

      Todos nos lamentamos de la situación, pero comprendemos que este confinamiento es absolutamente necesario, aunque nos vendría bien pasear de cuando en cuando. A ver si alguien es capaz de organizarlo.

      Seguimos también muy informados sobre el Covid 19 pero la verdad es que estoy empezando a cansarme. No de la información en sí, es necesario conocer la evolución de la pandemia, pero sí de forma en la que se está presentando. Parece una carrera o un concurso para ver qué país tiene más enfermos o más muertos y si estos aumentan más o menos en un mismo día. Es lamentable. Pero nada, abren cada telediario con las cifras como si fueran los números de la primitiva. ¡A ver quién gana más!

      Dicen que nos quedan otras dos semanas, pero yo calculo que hasta mayo no veremos la luz y aun así espero que no abran fronteras y dejen entrar a todo el mundo sin las medidas sanitarias necesarias. Ya conté que tengo vecinos extranjeros que van y vienen como si esto fuera el paraíso vacacional sin tener en cuenta el riesgo que corren tanto ellos como los de este país. No sabemos y ellos tampoco saben si traen consigo el virus o no. En fin. No entiendo.

     ¿Cómo se puede ser tan irresponsable? Y digo lo mismo con respecto a los que en estos días se saltan las normas a la torera para divertirse o estar con amigos.

       

 

 








sábado, 28 de marzo de 2020

EL COVID DESDE MI TERRAZA - DIA TRECE

DIA TRECE – VIERNES 27 DE MARZO  

Y SEGUIMOS EN CASA

  

 

      Los hospitales están saturados, el personal sanitario agotado, donde caben 50 hay 250 enfermos, pero nuestra vicepresidenta primera ingresó en un hospital privado con habitación para ella sola. Es del partido socialista, el mismo que en la época de Felipe González le dio un auténtico empujón a todo lo público en España para que todos tuviéramos derecho a la salud, educación, seguridad, etc. Todos por igual.

      Ahí lo dejo porque yo no entiendo nada, aunque sé que los políticos no pertenecen a la seguridad social. Cosa que tampoco entiendo.  Y menos que voy a entender en el futuro.

      Llevamos ya dos semanas de confinamiento, otras dos que nos quedan y seguro que algunos más.

      Leo que Boris Johnson, el Primer Ministro Británico, ha dado positivo. Desde un principio fue reacio a imponer medidas sanitarias estrictas, estaba más en la línea de otros países como Suecia, que buscaban la inmunidad de rebaño de forma natural. Ahora veremos a ver lo que ocurre porque una cosa es hablar y otra es sufrir en tu propio cuerpo los efectos de un virus que no se sabe cómo te va a afectar.

      Leo también que el aire en nuestro país nunca ha estado tan limpio. Claro, como no circulan a penas coches, ni autobuses y menos aún aviones, la contaminación se ha reducido a esos niveles mínimos que todos deseamos.

      Asimismo, empiezan a barajar la idea de que los niños puedan salir a pasear, también los mayores y los jóvenes. Un poco de sol a diario es necesario, también respirar aire y habrá que aprovechar este momento en el que la contaminación está bajo mínimos.

      ¿No podríamos organizarnos para salir por turnos?  Como ya he contado enfrente de casa está la denominada ruta del colesterol. Pues por un lado vamos de ida y por otro de vuelta con al menos cinco metros entre cada paseante. Marcamos un ritmo y paseamos a ese ritmo, todos por igual.

       ¿Es mala idea? Creo que no, pero alguien lo tiene que organizar y viendo el panorama nacional dudo mucho que las instituciones públicas cuenten con una mente tan organizada como para ponerla en marcha. Tendremos que conformarnos con seguir viendo en las noticias como en otros países la gente sale y disfruta del ejercicio. ¿Será porque aquí somos diferentes? ¡Con lo que nos gusta abrazar y besuquear todo el rato! Afortunadamente.

      En fin, tenemos nuestras casas, la gimnasia, el ordenador, la televisión y las plataformas de cine y series. Terminaremos con los ojos cuadrados, estaremos más en forma que nunca y aprenderemos a solucionar todos los problemas informáticos sin ayuda de ningún experto. Y con un poco de suerte haremos también un repaso a la historia cinematográfica mundial. ¡Como no hay estrenos habrá que volver a las películas de nuestra vida!

 

 

 

 






L

jueves, 26 de marzo de 2020

EL COVID DESDE MI TERRAZA --- DIA DOCE

DIA DOCE – JUEVES 26 DE MARZO 

VAMOS DE MAL EN PEOR 

 

      Quisiera contar alguna buena noticia, pero por mucho que busco en la prensa no encuentro nada. Está claro que vamos de mal en peor. Hemos conseguido comprar material defectuoso de una empresa china que además ¡no tiene licencia! Los titulares todavía arrastran el asunto de las manifestaciones convocadas y celebradas el 8 de marzo, Día de la Mujer, fecha en la que la pandemia ya estaba en boca de todos. Los expertos aseguran que el coronavirus ha venido para quedarse mientras que los países europeos se han encallado ante la pandemia y no se ponen de acuerdo sobre las ayudas. Y no me extraña porque los países más vulnerables económicamente quieren mucho sin tener que rendir cuentas, mientras que los ricos exigen saber cómo se va a invertir el dinero. Lógico. Es de sentido común.

      A ver por dónde salen ahora los gobernantes, los mismos que hace unos años desde la oposición criticaban a diestro y a siniestro las actuaciones de "los otros” y que ahora están demostrando que, al igual que ellos, no “saben hacer una o con un canuto".

      Me pregunto ¿estamos todavía en la época de Gila? Ese cómico que llamaba a la guerra para que pararan un minuto los disparos porque el capitán tenía que echarse una siesta. No sé, pero esto ya empieza a ser de traca.

      Por lo que respecta al confinamiento todavía lo llevo bien. No siento angustia y no echo de menos salir a la calle. Tengo cosas que hacer y nunca me aburro. Además, me entretengo mucho escuchando las noticias, no solo las de aquí sino también las de otros países. Esa es la gran aportación de las nuevas tecnologías, llegas a todos los rincones del mundo.

       Dicen que hay que estar informado en estos tiempos que corren, pero tengo la impresión de que hay una saturación de información sobre la pandemia y sobre este virus que lo acapara todo. De pronto en el mundo no hay robos, no hay asesinatos, no hay accidentes, no hay catástrofes naturales, no hay guerras y por haber no hay casi información meteorológica. Es como si el mundo se hubiera detenido debido al Covid-19, un virus que ya influye en todos los aspectos de nuestra vida además de en la bolsa. Poderoso caballero es don dinero. Estoy convencida de que alguien se está forrando.

     Pero debo decir que hoy ha sido también un día de emociones ya que mi profe de “gym” ¡ha vuelto!

     Como el gimnasio está cerrado cada uno se lo monta como puede en casa para hacer ejercicio, pero ahora nuestro "mister" ha empezado a enviarnos vídeos así que le conecto en la tele y como si estuviera otra vez en el gimnasio. No es lo mismo claro, faltan todas las compañeras, las risas, el cotilleo y todos esos lazos que nos ha hecho y nos seguirá haciendo sentir como una familia, una gran piña en la que todas remamos al mismo tiempo. Pero mejor es tener al “profe” en la tele con los ejercicios habituales, sabiendo que mis "compis" también le siguen, que no tener nada. 

      Y al final del día me río por no llorar. Me asomo a la terraza, echo un vistazo a mi Mediterráneo del alma y así me tranquilizo. Inspiro profundamente, cierro los ojos, los abro y veo mis plantas. Ayer monté un jardín exótico hoy hablé con mis geranios que están espectaculares. Aunque creo que me contestaron con tristeza. Seguro que intuyen que el mundo ya no es el que era. ¿Volverá a serlo algún día?

 





EL COVID DESDE MI TERRAZA - DIA ONCE

DIA ONCE – MIÉRCOLES 25 DE MARZO 

UN JARDIN ENTRE LAS NUBES 

 

 

      La verdad es que el día no acompaña, pero hoy he decidido dedicarme un poco a mis flores y plantas, algo que suelo hacer (como mucho) una vez al mes. Y debo decir que mi particular jardín tropical no entiende ni de malos tiempos, como los que corren actualmente, ni de manos torpes como las mías.

      Su vida (la de mis flores) es un milagro porque no las hago demasiado caso, aunque eso sí, las he buscado el lugar perfecto en el universo, donde nadie, ni nada les molesta. Por eso están tan contentas y felices. Ojalá los seres humanos también fuéramos capaces de encontrar ese lugar preciso para poder vivir en armonía, no solo con nosotros mismos, que ya es harto complicado, sino también con todos aquellos que nos rodean.

      Aunque debo decir que esta situación tan difícil por la que estamos pasando, está mostrando la mejor cara de las personas, el ingenio que tenemos, el sentido del humor, la solidaridad y la resistencia. Solo hay que ver cómo en un abrir y cerrar de ojos, gracias a la colaboración de profesionales desinteresados, se ha logrado abrir en el Recinto Ferial de Ifema de Madrid un macro hospital. Es asombroso.

      También me resulta increíble ver cómo, a pesar de procesar en nuestro cerebro las tragedias y las  dificultades, somos capaces de seguir adelante sin derrumbarnos. Bueno casi todo el mundo. Se que hay muchos que están pasando por momentos profundamente dolorosos y no las tienen todas consigo.

      Pero la situación también está mostrando lo peor de muchos, los que no son solidarios, porque nunca lo fueron y los que se aprovechan de la situación para ver si pillan algo en el camino, porque siempre lo hicieron así.  Lamentable.

      También he reflexionado sobre los políticos, los mandatarios, los que mandan. En la prensa vemos al presidente del gobierno, al ministro de sanidad y al vicepresidente segundo con cara de circunstancia y no es para menos. Ya sumamos más fallecidos por la pandemia que en China, la compra de material sanitario es completamente ineficaz al tiempo que “El Congreso avala alargar el confinamiento con críticas casi unánimes a la "actuación tardía del Gobierno”.

      Yo lo que veo es una absoluta incapacidad para mover las fichas, y no digo correctamente, sino al menos con un mínimo de coherencia. ¡Por Dios, meten la pata una y otra vez! ¡Claro, el hombre es el único animal capaz de cometer el mismo error varias veces! ¡A ver si en las próximas elecciones votamos a nuestro animal favorito! Yo me pido el elefante que tiene mucha memoria así no me volveré a equivocar.

     No comprendo como consigo desviarme tanto de lo que estaba contando. Me puse a trabajar con mis orquídeas, necesitaban agua, limpieza, un poco de música, un pequeño mimo y decidí crear un jardín tropical y compartirlo con todos. Y ya sabemos lo que ocurre. Cuando empiezas por un lado sigues por el otro, y ya que estás, pues más aún. O sea, limpieza por aquí y por allá.

     Hoy tampoco se me han olvidado los ejercicios físicos. Ya lo dije ayer, no solo por el cuerpo, sino también por la mente. Por nuestra felicidad.

     Y ayer fue el cumple de mi nieto el mediano. Felicidades mi vida.












martes, 24 de marzo de 2020

EL COVID DESDE MI TERRAZA - DIA DIEZ

DIA DIEZ – MARTES 24 DE MARZO 

COMIENZA EL ESPERPENTO

 

 

 

      El día ha empezado bien, es martes, así que ya se acabó el lunes y me he levantado sabiendo que Pepe, el holandés que habitualmente cuida al cisne, el que lidera la organización “Salvar al cisne”, se ha acercado para ver cómo está el animal. Y estos encuentros que antes se producían a diario son todo un espectáculo porque el cisne, en cuanto presiente la presencia de Pepe se acerca rápidamente a la orilla y sube a tierra firme para recibir sus acaricias y poder restregar su largo cuello contra las piernas de su protector. Es algo digno de ver.

      En ese tema estoy muy tranquila, pero en cuanto al que nos tiene confinados estoy muy preocupada y triste. Las noticias no son solo alarmantes, son la crónica negra de un esperpento que nunca debió ocurrir.

      En la sociedad hablamos de los más vulnerables como un colectivo que anda por ahí pululando, pero sin saber exactamente dónde y de que personas se trata. Son a mi entender muchas y muy diferentes, pero creo que en un primer momento nadie pensó que nuestros mayores serían en esta pandemia los más vulnerables, los que ahora mismo están en primera línea. Los mayores son los pilares de un país y como tales son fuertes y por tanto ni frágiles ni vulnerables. Eso es lo que pensábamos.

      Pero la triste realidad nos está demostrando día a día todo lo contrario. El Covid-19 ha entrado en las residencias de ancianos como un elefante en una cacharrería aplastando todo lo que encuentra en su camino.

      ¿Qué hemos hecho con los pilares y cimientos de nuestras naciones? ¿Esos mayores que han contribuido a desarrollar este país y convertirlo en la democracia que ahora es? Ellos son vulnerables porque no les hemos prestado la atención que se merecen y el cuidado que les debemos. Porque todos los cimientos necesitan inspecciones periódicas para no romperse con el paso del tiempo.

      Espero que lo que está ocurriendo sirva de reflexión para crear lo que ya tendría que ser un hecho; residencias para nuestros mayores, públicas, sin ánimo de lucro y supervisadas con rigor. Tienen que seguir evolucionando al mismo ritmo que el resto de la sociedad.

      Con esto no quiero decir que todas las que existen sean malas, deficientes y que se aprovechan de la situación. Eso no. Muchas están en precario, no reciben las ayudas que necesitan y tampoco cuentan con el personal suficiente en cantidad y preparación. Y ahora mismo los trabajadores de estas residencias han sido responsabilizados de gran parte de la situación cuando no tienen la culpa de la falta de legislación y medios.  

      A ver si los políticos recapacitan sobre el tema y hacen algo al respecto. Y que en este gran esfuerzo mental que tienen que hacer, que no olviden que ellos también serán mayores y que sus hijos no tienen el futuro garantizado por tener un progenitor político. Las enfermedades no entienden de dinero y tampoco de posición social.

      Y dicho esto vamos al día a día. Decía yo que hoy ha sido bueno, por no ser lunes, pero también porque he encontrado "online" una nueva fuente de ejercicios que me han llenado plenamente. Me lo he pasado pipa con un "training" de cardio sin saltos y un poco de baile para rematar el ejercicio. Ya sabéis que el ejercicio estimula la producción de la endorfina que es la hormona de la felicidad. Así que en cuanto más nos movamos más felices seremos.

      Hoy ha llovido mucho y el día ha estado gris y triste. A ver si el sol se anima a asomar entre las nubes, aunque tengo mis dudas al respecto. Viendo el desastre de este mundo yo también me escondería.

      Mañana miércoles. Un día más o uno menos, según se mire.

 

 







lunes, 23 de marzo de 2020

EL COVID DESDE MI TERRAZA - DIA NUEVE


DÍA NUEVE – LUNES 23 DE MARZO 

SEGUNDA SEMANA

  

      Hoy es lunes y definitivamente no me gustan los lunes. Nunca me gustaron. Cuesta mucho arrancar la semana con tantos días por delante independientemente de si tenemos que quedarnos en casa o no. No me gustaban cuando trabajaba y siguen sin gustarme. Mañana martes será un día más llevadero, aunque me temo que hay que ir a comprar pan y eso implica ir al supermercado y toparme con un montón de gente. Bueno, será mañana cuando tenga que decir aquello de valor y al toro.

     Además, ha sido un día raro. La guardia civil venga a dar vueltas por la calle parando a todo el mundo preguntando que a dónde se dirigían. Paraban hasta a los taxistas. También ha pasado un coche del ayuntamiento con la megafonía a todo volumen instando a los vecinos a quedarnos en casa ante la alarma sanitaria. En español, valenciano e inglés. Para que estemos bien enterados.

      Las noticias nos traen el pan nuestro de cada día. 30.000 contagiados en España, las muertes en las residencias de ancianos se amontonan, se descubre una nueva estafa de 35 millones de euros en la compra de material sanitario mientras que los políticos se sumergen en una guerra por la mala gestión de la adquisición de todo lo que necesitan los hospitales al tiempo que el gobierno inicia los trámites para solicitar la primera prórroga del Estado de Alarma.

      Hace mal tiempo, lluvia y frío, lo que desde luego es bueno porque así no entran ganas de salir. De todas formas, me gustaría ver el sol y poder sentarme en la terraza para disfrutar de los rayos y de algo de calor. Dicen también que con temperaturas altas, el virus resistirá menos. Veremos a ver.

      Al menos he salido de casa de forma virtual para hablar con el banco, media hora de charla con el director para ver cómo estaban y como lo llevan. Tampoco faltaron llamadas a amigos e hijos. Creo que es importante mantener el contacto y nunca está demás preocuparse por las personas que te han acompañado a lo largo de la vida. Ahora en este confinamiento tenemos tiempo y podemos dejar que pasen las horas hablando por teléfono. Porque los mensajes de WhatsApp y correo electrónico están muy bien pero no hay nada como las voces de las personas. Pienso que no es lo mismo leer “estoy bien" que escuchar esas dos palabras de un amigo o familiar pronunciadas con todo el sentimiento que se puede poner en cada una de las letras. 

      Es lunes y un lunes algo triste por lo que tenemos que mantener el ánimo a buena altura. ¡Que no falte el ejercicio! Nunca pensé que lo diría, pero ¡bendito sea YouTube! Al margen del programa de ejercicios que ya tenía he buscado otros cinco para no aburrirme. Mañana empiezo otro y luego haré un poco de zumba para no perder el ritmo. Estoy pensando buscar también clases de baile por internet a ver si aprendo algunos de los ritmos latinos que tanto me gustan. O algún baile de salón. Me lo tendré que pensar. ¡A ver si de esta crisis va a salir toda una "población fitness"!

      También hay que cuidar el paladar así que me tomé esta tarde la libertad de hacer un bizcocho de cerezas. ¡No hay nada como endulzar la vida!

 





domingo, 22 de marzo de 2020

EL COVID DESDE MI TERRAZA - DIA OCHO

DIA OCHO – DOMINGO 22 DE MARZO 

CREER Y EN QUIEN CREER

 

       ¡¡¡¡¡Y LOS QUE NOS QUEDAN!!!!! Pero no pasa nada porque somos fuertes, valientes, solidarios y además creemos en la humanidad.

      Los periódicos se debaten entre las curvas de contagios y fallecidos; fotos de ciudadanos en sus terrazas mostrando pancartas que dicen “Yo me quedo en casa”; las palabras del presidente del gobierno Pedro Sánchez que pide unidad para afrontar la ola más dura y dañina del virus; palabras del ministro José Luis Ábalos quien asegura que “No se perdonará a quien busque rédito de esta tragedia"; y también palabras del Alcalde de Madrid José Luis Martínez-Almeida que insiste en que “Los test son la clave para parar la curva, sólo nos falta que el Estado nos dé material". 

         Y casi se me olvida “El Gobierno compra 640.000 test rápidos del virus”. Vale, en España viven 47 millones de personas.

      Tendremos que creer en la humanidad, pero ¿en la clase política? Porque entre todos los titulares que nos ofrecen los medios de comunicación se esconde la cruda realidad y que poco a poco va asomando en las noticias: 

      Los sanitarios no tienen el material que necesitan para protegerse, no hay mascarillas, no tienen guantes ni “epis” y tampoco hay personal suficiente para cubrir todos los turnos necesarios con lo que todos los que trabajan en el sistema sanitario español, incluyendo los de la limpieza, van solapando turno tras turno para no dejar desatendidos a los enfermos que llegan a los hospitales en avalanchas. 

         No hay camas, no hay respiradores; de hecho, parece que no hay nada de nada. Y muchas de las compras que se hacen son caóticas o están mal, son demasiado caras y algunas veces resultan lamentablemente ser un fraude por parte del vendedor.

      A mi parecer, el trabajo de los políticos debe centrarse entre otras cosas, en la organización económica y social de un país; luchar contra las desigualdades; velar por la seguridad y derechos de los habitantes del mismo; y asegurarse también de que éstos cumplan con sus deberes. No necesariamente en este orden pero siguiendo las pautas de la carta magna de cada una de las naciones. En definitiva, garantizar el bienestar de los ciudadanos en todos los sentidos.

      A modo de ejemplo diré que en España en la actualidad tenemos tres camas hospitalarias por cada 1000 habitantes y 9 camas Uci por cada 100.000. Creo que a nadie se le escapa que nuestra sanidad ha mermado en cantidad en las últimas décadas. ¡El ahorro es lo que tiene y a fin de cuentas somos un pueblo con mucha salud! Pero llegó la pandemia y las carencias afloran como setas al tiempo que los políticos, en vez de asumir responsabilidades, se tiran los trastos a la cabeza.  

      Si nos sirve de consuelo están casi igual en todos los países europeos, pero debemos tener en cuenta que muchos parten de una base bastante mejor que la nuestra. La economía de occidente se va al traste y será China la que se hará con el poder; si lo hará de forma solidaria o no queda por ver.

      Pero no estoy aquí para hablar de economía sino del CISNE. Estaba y sigo estando dispuesta a escaparme a hurtadillas a la playa para dar de comer al pobre animalito. Pero hoy hablé con mi vecino, que es belga, al igual que su mujer (ambos encantadores),  y me dijo que tiene un certificado del veterinario que indica los cuidados que necesita Paca por lo que puede bajar todos los días a darle de comer además de sus medicamentos. Me quedo más tranquila, pero sigo en alerta y todos los días le doy su desayuno. Que nadie me pregunte cómo.

      Día ocho y ¿hasta cuándo? No pasa nada, hasta que haga falta para salir de este túnel. Lo que necesitamos es que los políticos hagan lo que tienen que hacer para que una vez superada la crisis volvamos a estar donde tenemos que estar. Que a nadie se le olvide que son nuestros impuestos los que conforman lo que conocemos como las arcas del estado. A los políticos este detalle se les suele olvidar cuando llenan su boca con las palabras “el estado paga”. El estado no paga nada, el que paga es el contribuyente.

      Pero al margen de los titulares hoy ha sido un día divertido. Es domingo y tocaba aperitivo con los amigos. Caos total, afortunadamente y como tiene que ser. Vernos a través del WhatsApp con el vino y la carcajada es todo un espectáculo. Unos con la morcilla, otros con la cerveza, la otra que sale de la ducha, y aunque un quinto no cabe, lo intentamos, pero …. Será para la próxima porque habrá más veces. Una hora de aperitivo con risas y brindis para sentirnos personas normales.  

 

 














EL COVID DESDE MI TERRAZA - DIA SIETE

DIA SIETE – SABADO 21 DE MARZO 

ANGUSTIA

 

 

      Hoy ha sido un día angustioso. No por el hecho de estar en casa confinada, sino todo lo contrario; por tener que salir. Me voy acostumbrando a mi rutina y romperla para ir al supermercado se me hace raro. El más cercano está a unos cincuenta metros de casa así que la distancia no es un problema, pero es un local pequeño a pesar de pertenecer a una gran cadena. Cola para entrar, que eso ya se va a convertir en una costumbre y aforo limitado. Aun así me parecía que había demasiada gente.  Los pasillos son estrechos y me iba topando con clientes constantemente. Una persona estornudó sonoramente y todos salimos corriendo para protegernos detrás de los estantes. En la televisión nos habían bombardeado con las imágenes de como el virus se extiende por el supermercado si alguien estornuda buscando huecos entre los productos para colarse en el pasillo paralelo. Sentí inmediatamente como el virus volaba a mi alrededor atacando por todos los flancos.

      Creo que todos los del supermercado tuvimos esa misma sensación viendo la cara de pánico de la mayoría. En las noticias nos contaban por activa y pasiva que el virus, más bien el super virus, puede permanecer en el aire toda una eternidad y que se pega a todas las superficies convirtiéndose prácticamente en inmortal. Luego la ciencia descubrirá otra realidad, no por ello menos grave, pero si más acorde con la verdad.

      Vivimos con miedo a lo desconocido, un miedo alimentado por las noticias que 24 horas al día, tanto en la radio como en la televisión, no paran de hablar del virus y de sus estragos. Supongo que detrás de este acoso informativo hay buenas intenciones. La idea creo, es mantenernos alerta, pero estoy segura de que el efecto, si esto se alarga demasiado va a ser todo lo contrario.

      De vuelta a casa saludé a una joven en la calle que no conozco de nada. Es por hablar con alguien, manteniendo la distancia de seguridad naturalmente. Me dijo que estaba muy agobiada por el encierro y que dormía muy mal. Su único alivio era sacar al perro tres veces al día.

      Debo decir que no sufro el encierro porque estoy más liada que un ovillo. Eso sí, mi casa va ser la más limpia del mundo mundial, mis cajones los más ordenados y así sucesivamente. Tengo además mucho para coser, para escribir y cientos de fotos para escanear. Así que durante este tiempo que parece el preludio del fin del mundo iré recordando mi vida y a mis amigos.

     Pero de la misma forma que hoy fue un día de cierta angustia, también fue un día divertido. Tomamos el aperitivo con nuestros hijos, cada uno en su casa claro está, conectados por WhatsApp. Es un sistema muy chulo y da la sensación de estar todos juntos, aunque solo nos vemos en pantalla. La primera semana está a punto de terminar y supongo que  pronto descubriremos que los fines de semana carecen de sentido y que los días que a priori se nos presentan como un gran abismo abren sus puertas a una de los grandes placeres del humano: la gastronomía.







viernes, 20 de marzo de 2020

EL COVID DESDE MI TERRAZA - DIA SEIS

DIA SEIS – VIERNES 20 DE MARZO 

CONFINADOS

  

 

      Confinar. Según la Real Academia Española significa desterrar a alguien destinándole una residencia obligatoria o recluir algo o a alguien dentro de límites. Así que estamos confinados. A mí me suena más bien a algo relacionado con la cocina, como confitado, pero creo que para el caso es lo mismo ya que cuando confitas, cocinas algo en aceite a baja temperatura y a fuego lento. Y me temo que esto va a ser precisamente eso, lento, o lo que es lo mismo, que va para largo. Así que a todos os digo que mucha paciencia.

     Dicen que la paciencia es una virtud, pero según la Real Academia significa, entre otras muchas cosas, la capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse. El caso es que la palabra vienen del latín y guarda relación con el sufrimiento. Pero en estos casos es mejor echar un vistazo al refranero que suele ser algo más optimista o al menos divertido. Porque ya se sabe, “con paciencia y con maña, un elefante se comió una araña”.

      Hoy tenemos el cielo triste y el mar enfadado. ¿Será porque no hay gente en la playa? Será. Tenemos que disfrutar de un mar y una calle vacía, la misma que hace menos de una semana se llenaba a diario  de gente. Coloquialmente nos referimos a este paseo que tengo enfrente de casa como la ruta del colesterol, por la cantidad de personas que van y vienen o bien de paseo, haciendo "footing", en bicicleta o en patines. Es un buen tramo que entre ida y vuelta sumará unos seis kilómetros, lo justo para un ejercicio sin agobios. Pero en estos momentos el paseo está vacío. Solo unos pocos salen un rato con sus mascotas con la solapa de la chaqueta bien subida y mirando de reojo por si alguien se acerca. La policía no está al acecho, aunque los coches de patrulla van y vienen con regularidad.  

      Hoy es viernes y todos los viernes, al caer el sol, los bares y las terrazas se llenan de clientes dispuestos a despedir los días trabajados y dar la bienvenida al fin de semana. Pero este primer viernes de confinamiento no hay nadie porque no han trabajado y el fin de semana ha cerrado sus puertas. La verdad es que no hay nada que celebrar.




Y mientras todo esto ocurre mis plantas siguen creciendo. Ellas no
entienden de enfermedades de los humanos. ¡¡¡ Ni falta que  hace!!!!!!



jueves, 19 de marzo de 2020

EL COVID DESDE MI TERRAZA - DIA CINCO

DIA CINCO – JUEVES 19 DE MARZO 

A POR LA RUTINA

 

 

 

      Dicen los psicólogos que para llevar bien este encierro hay que crear una rutina así que a ello voy. Las mañanas son siempre fáciles, lo que peor voy a llevar son las tardes. Pero ya tengo mi ordenador. 

      A pesar de mi edad he decidido volver a las andadas. Como el gimnasio está cerrado he desempolvado a mi  Jane Fonda de toda la vida, la misma que me acompañó durante gran parte de mi juventud y madurez. Todavía me sé la tabla de memoria, aunque eso sí, cuesta más que antes, pero hay que ponerse. Es una hora al día a lo que sumo lavadoras, recogida de casa, cocina etc. La mañana se va en un tris. La rutina no tiene ningún misterio.

      También ocurren cosas. Hablo con mi vecina belga que está en su terraza. Ella en francés y yo en español. No sé cómo, pero nos entendemos. Su marido estaba en la playa dando de comer al cisne. Porque algunos tienen perro, otros gatos, pero nosotros en el vecindario tenemos un cisne. El pobre animal no puede volar, porque tiene un ala dañada debido a un accidente hace ya años con un barco.  Dice mi vecina que el veterinario llamó a su marido para ver como andaba el cisne ya que ahora nadie se ocupa de él. Llevaba desde el inicio del confinamiento sin comer. Es un decir porque al tratarse de un animal en estado salvaje, se supone que el mismo se busca la vida. Pero nuestro cisne, al que llamamos Paca, está muy domesticado y acostumbrado a recibir su plato diario de manos de su cuidador, un holandés, Pepe, que de momento no puede acercarse para los cuidados del animal. 

      Así que ahí en la playa estaba mi vecino belga dando de comer al cisne en un acto de flagrante desobediencia.  Yo también me apuntaré a pesar de las prohibiciones, porque el corona virus no se va a llevar a nuestro cisne por delante. Supongo que todo el mundo está de acuerdo con el hecho de que tener un cisne en la playa y poder nadar a su lado es un hecho extraordinario.  De su especie es probablemente el más mimado y fotografiado de todo el universo. Hay además un movimiento ecologista alrededor de Paco que cuenta con los cuidados de vecinos y veraneantes además del veterinario que viene con regularidad para analíticas.

      Mi vecina me cotillea también que los del tercero, que son extranjeros, llegaron el sábado y que el domingo,  como en este mundo hay gente para todo, bajaron a la playa para remojar sus esqueletos. No sé si el coronavirus había llegado a su país, pero creo que a estas alturas del calendario no quedaba país sin pandemia. El caso es que el Covid no iba con ellos. Y mi vecina, que no había perdido detalle de lo acontecido vio que nada más mojarse los pies  llegó la policía para explicar que no se puede salir a la calle así sin más y menos aún para darse un baño. ¡Qué hay confinamiento! ¡La calle es solo para lo imprescindible! 

       ¡Estos extranjeros! Pero es lo que hay si vives en la costa en un lugar de turismo y frente al mar. 

      Y hablando de la policía. Por la mañana me di cuenta de que caía un chorro de agua de la terraza del quinto. Llamo a la vecina del cuarto para ver que ocurre y ella me cuenta que no está muy segura pero que los dueños del piso estaban en casa. Me quedo tranquila, pero la policía no tanto. Llega el coche patrulla, aparca, los dos agentes salen del vehículo, dan vueltas, miran y vuelven a mirar. Finalmente, viendo que yo estaba en la terraza tendiendo ropa, me preguntan. Les digo que es del quinto, les abro el portal, me entretengo un rato y como dice mi marido, hago amistades en medio de la cuarentena. 

      Veremos a ver como salimos de esta. 

 

 










EL COVID DESDE MI TERRAZA - DIA CUATRO

DIA CUATRO – MIÉRCOLES 18 DE MARZO 

SOLO FALTAN CLINT EASTWOOD Y SERGIO LEONE

 

       Hoy es un día triste. Nadie quiere que nos vayamos, pero sé que es la decisión correcta. De momento estamos seguros de poder regresar a nuestro lugar de residencia. Dentro de unos días las cosas pueden cambiar y aunque aquí no nos falta de nada, andamos sobrados de amor y cariño, en casa estaremos bien. 

      Estábamos seguros y nuestro viaje lo confirmó. No había casi tráfico. Algunos camiones cargados con esos alimentos que luego desparecen del supermercado como por arte de magia y coches caravanas con matrículas extranjeras de regreso a sus casas. Alemanes, franceses, holandeses e ingleses que, supongo yo, por temor al cierre de fronteras adelantaron su regreso vacacional. Extranjeros jubilados en su mayoría que pasan los meses de invierno en España, evitando así el frío y la nieve en sus propios países.

      Poco tráfico y ningún sitio abierto para tomar café. Jamás he visto esta carretera tan solitaria, tan desértica y hasta tan abandonada. El paisaje ya de por sí es un desierto y la ausencia de coches me recordaba a la película de Mad Max, de 1979, protagonizada por un jovencísimo Mel Gibson.  En cualquier momento me esperaba una persecución policial por la autopista, pero no, esto no es Australia.

      Tampoco veo por ningún lado a Clint Eastwood en su papel de duro, durísimo, de los espagueti western de Sergio Leone con la música maravillosa de Ennio Morricone. De hecho, las películas se rodaron en estas tierras que todavía guardan los poblados construidos para narrar la historia de una muerte que tenía un precio, y ese precio era un puñado de dólares que se disputaban uno que era bueno, el otro malo y tercero feo. Me encantan esas películas.

      500 kilómetros en cinco horas, normalmente tardamos seis, así que no estuvo del todo mal. Sin tráfico, con buen tiempo y lo más sorprendente, sin ningún control policial en la carretera. Es más, ningún guardia civil a la vista. 

      La idea era llegar a tiempo para recoger mi ordenador que estaba en el taller por defunción del Windows 7 (maldito Windows, la broma me ha costado un pico) y hacer algo de compra para días venideros. En el reparto de tareas me tocó ir al supermercado y no tardé en sentirme protagonista de una película de terror.

     Para entrar había que guardar cola, luego una vez dentro desinfección de manos y carro. ¡Y la gente! Nos mirábamos todos como si estuviéramos infectados con el virus más mortal de nunca jamás dispuestos a contagiar al que se nos acercara. Todo el mundo se miraba de reojo, nos apartábamos el uno del otro. Realmente daba miedo.

      Creo que nunca he comprado tan rápido ¡Con lo que a mí me gusta elegir las cosas! La compra, sobre todo la de comida, tiene que ser un placer porque es lo que te alimenta, lo que te hace crecer, engordar y ser feliz. Pues nada, deprisa y corriendo y lo justo. Menos mal que pude adivinar una sonrisa debajo de la mascarilla de la cajera que me saludó con alegría. Yo era una cara conocida.

      Regreso a mi hogar, dulce hogar. 

 










EL COVID DESDE MI TERRAZA - DIA DOS


DIA DOS – LUNES 16 DE MARZO

 

EL EXTRAÑO ASUNTO DEL PAPEL HIGIÉNICO

 

 

 

     Siempre me he considerado como una persona normal, del montón, pero el segundo día del confinamiento llegué a pensar que a lo mejor no era tan normal porque no había salido corriendo al supermercado, como casi todo hijo de vecino, para hacer acopio de rollos y más rollos de papel higiénico. Recuerdo de mi época laboral que uno de los temas de conversación más habituales en el trabajo, quitando el fútbol de los lunes, era los problemas de estreñimiento del personal. Y digo yo ¿si hay tanto estreñido, para que tanto papel higiénico?

      En ese mismo instante quedó claro que el mundo se había vuelto loco porque las noticias que llegaban de otros países contaban la misma historia con prácticamente idénticas imágenes.

      Era como el primer día de rebajas, con todos los compradores amontonados a la puerta de la tienda esperando el pistoletazo de salida para luego tirarse en plancha sobre los rollos de papel higiénico en un intento de acaparar la mayor cantidad posible. Después todo el mundo sale de la tienda con cara de satisfacción y con los carros llenos de papel como si estuviera en oferta y además fuera un auténtico plato “gourmet”. ¡Vaya por Dios!

      El caso es que por mucha gracia que nos hacía esta locura por el papel higiénico, algunas noticias sobre el asunto eran alarmantes. En Australia, por ejemplo, algún que otro comprador, sacó su navaja para hacerse con el ansiado paquete de rollos. Está claro que con el papel higiénico no se juega.

       Los psicólogos no tardaron en explicar la razón por esta obsesión y todo se reduce al volumen. Comprar algo grande nos tranquiliza en momentos de incertidumbre y si además es barato, pues eso, toca papel higiénico.

     Pero a lo que iba. Llegó el lunes y el asunto de los supermercados, al margen de los ansiados rollos, se convirtió en la imagen apocalíptica del fin del mundo. Como si todas las personas supieran que el día de mañana no iba a asomar por la puerta. El hecho me dejó aterrada porque no tengo costumbre de acumular cosas, y menos aún comida, así que llegué a pensar que por culpa de mi falta de previsión podríamos morirnos de hambre.

       n la despensa faltaban cosas y también algún que otro capricho porque si vamos a estar encerrados lo mejor es pasar el tiempo disfrutando de la cocina. Había muy poca gente en la calle y en la tienda los justos. Claro ¡no había casi nada para comprar! Los estantes, las cestas de fruta y verdura, carnes, etc. ¡Todo vacío!      



            Pensé que esto solo ocurría en las guerras, cuando no hay suministro de víveres, pero no en una pandemia. Las dos situaciones son muy graves, pero uno de los pocos sectores que podía seguir con su actividad dentro del Estado de Alarma era el de la alimentación. Además, los responsables de las grandes cadenas de supermercados habían asegurado que los alimentos llegarían puntualmente a las tiendas. Pero al parecer nadie se lo creyó ya que de la misma forma que los carros se llenaban de paquetes de papel higiénico también se llenaban de todo tipo de alimentos con caducidad programada y que el comprador habitualmente nunca adquiría.


     Y los chistes no tardaron en circular por las redes sociales. Decía uno que en esta crisis el pueblo tiene un papel muy importante; el higiénico, mientras que otro mostraba un cuadro de una familia feliz del pintor colombiano Fernando Botero. Otros tenían muy claro que si no nos mata el virus sufriríamos todo tipo de enfermedades causadas por toda la comida que nos vamos a meter en el cuerpo. Subida de tensión, colesterol, obesidad. ¡Y esto solo el segundo día! No podía ni imaginarme los chistes dentro de una semana. ¡Esto va a ser la bomba!

    



EL COVID DESDE MI TERRAZA - DIA TRES


DIA TRES – MARTES 17 DE MARZO 

200.000 MILLONES

  

 

     Esa es la cifra anunciada por el presidente para paliar los efectos del coronavirus y Estado de Alarma. Escucho la cifra y me mareo y también me pregunto de donde van a sacar tanto dinero. Como no pongan en marcha las impresoras de billetes de la Real Fábrica de Moneda y Timbres no se me ocurre nada porque el país no está como para hacer derroches y el contribuyente, que es el que paga todo ¡se ha quedado sin trabajo!

      A esta cifra se sumaron  otras, todas respaldadas por la Unión Europea porque una pandemia es lo que tiene, afecta a muchos países y la economía mundial tiene lo que yo llamo “efecto de arrastre”, si uno se hunde arrastra consigo a los vecinos y a muchos conocidos. Esto es una pandemia, una emergencia sanitaria, pero sobre todo es una catástrofe económica a escala internacional.

      ¿Cuánto tiempo puede resistir un país sin actividad económica? No tengo ni idea, pero desde luego la alarma sobre lo que se nos echaba encima ya había sonado en el mes de febrero, cuando los organizadores del Mobile World Congress, que se celebra en Barcelona, decidieron suspender el evento debido al virus y del número de renuncias recibidas por parte de las empresas participantes. Las grandes “telecos” del mundo, los que tienen nuestras vidas en sus manos a través de las redes sociales, los que saben exactamente lo que se cocina en el universo y en cada uno de los hogares de la tierra, anunciaron que suprimen la presentación de sus novedades mega billonarias. Los poderosos de la comunicación han comprendido el peligro del virus.

      Seguimos a 500 kilómetros de casa y todavía no tenemos claro si regresar o quedarnos. De momento han cerrado las fronteras entre las comunidades, está prohibido entrar o salir, aunque siempre podemos volver a nuestra residencia habitual. Solo han pasado tres días, pero todo apunta a que el Estado de Alarma se prolongará más de lo esperado.

      En tres días el número de contagios ha subido en casi 3.500 y el de fallecidos duplicado con respecto a los primeros días. El virus ha entrado con fuerza en las residencias de la tercera edad convirtiendo a nuestros mayores en su principal víctima. Las noticias son devastadoras, hasta tal punto que parece un virus destinado a eliminar a todos los que superen los 80 años de edad. Los hospitales están a tope y los sanitarios trabajando más allá de sus fuerzas. Son las noticias con las que nos bombardean insistentemente los medios de comunicación, no solo para mantenernos informados sino supongo también para concienciarnos de la gravedad de la situación.

      Como ayer fuimos a comprar hoy toca cocinar. Es algo que me encanta así que me encierro en la cocina y ahí van infinidad de platos veganos, vegetarianos, además de guisos de carne, pavo con salsa, con verdura, sin ella. Todo para llenar el congelador.

      Pero vuelvo a lo de antes. Yo no sufro estando en casa, siempre hay cosas para hacer, pero, y aquí hay un pero. No estamos en nuestra casa y no tengo mi ordenador, mis cosas, mi rutina. Hay que decidirse y lo hicimos. Mañana volvemos a casa muy a nuestro pesar, porque esto se va a prolongar y es mejor que cada uno esté en su sitio. Además, con un bebé en casa en cuanto menos personas entren y salgan, más seguro.

      Mañana nos vamos.

 

 

 











EL COVID DESDE MI TERRAZA - DIA UNO

REFLEXIONES EN UN ESTADO DE ALARMA

 

 

 

     Puedo decir y lo digo,  además lo digo con voz alta y clara, para que nadie se confunda, para que todos me entiendan sin fisuras, sin posibilidad de caer en malentendidos o confusiones y lo digo, porque puedo decirlo, con toda lucidez después de haberlo meditado profundamente, y por eso lo digo: “¡Estoy hasta las mismísimas! ¡Estoy harta! ¡Estoy hasta las narices!”.

      ¿Por qué digo esto? Hagamos memoria.   

 

 

DIA UNO – DOMINGO 15 DE MARZO

 

ESTADO DE ALARMA ¿ESO QUE ES LO QUE ES?

 

 

      Hoy es 15 de marzo del 2020. Ayer, Pedro Sánchez presidente del gobierno español, había declarado el Estado de Alarma y la cuarentena de los ciudadanos. Cuatro días antes, el 11 de marzo, la Organización Mundial de la Salud proclamaba de forma oficial que la circulación del Covid 19 se había convertido en una Pandemia mientras que varios meses antes, muchos médicos, tanto españoles como de otros países, habían alertado sobre la rápida y peligrosa expansión del Coronavirus.

      El caso es que ese 15 de marzo había una ligera confusión entre los españoles ya que muchos pensaban que la cuarentena empezaba el lunes, pero no. Sorpresa para todos aquellos que salieron a la calle para el aperitivo del domingo y fueron devueltos de nuevo a sus casas por prescripción policial. 

     El Estado de Alarma nos pilló a 500 kilómetros de casa y cayó en mi organizado universo de pensionista como una auténtica bomba informativa. El caso es que no sabíamos bien que hacer, si volver a casa o quedarnos con nuestra hija y yerno para ayudarles con el bebé.  A fin de cuentas, dos semanas se pasan enseguida y aunque no podíamos salir nos haríamos al menos compañía mutua. Optamos por seguir unos días más con el nieto para ver como evolucionaba la situación epidemiológica y también la laboral de los jóvenes. Los dos confinados en casa sin poder trabajar y ¿cobrar? Porque el teletrabajo en ambos casos no es una opción.

      A lo largo de toda la democracia española solo se había decretado el Estado de Alarma en una ocasión anterior. Fue durante la huelga de los controladores aéreos en el 2010 que causó un caos sin precedentes en gran parte del espacio aéreo europeo. Se trata de un instrumento, un marco legal que permite controlar las actividades y el movimiento de la población durante un determinado tiempo.

     Supongo que todos los países democráticos tienen una legislación parecida con la que los gobiernos pueden organizar las entradas y salidas de los ciudadanos en situaciones de emergencia con el fin de evitar males mayores.       En España tenemos el Estado de Alarma, el Estado de Sitio y el Estado de Excepción y la fórmula elegida para luchar contra la pandemia del Covid-19 ha sido el de Alarma. Se aprobó mediante un decreto por el consejo de ministros y con una validez de 15 días. El Congreso de los Diputados fue debidamente informado sobre el asunto y ahí quedó eso.

      En total quince días de confinamiento con movimientos muy limitados. Quedaba restringida la salida a la calle salvo para asuntos de extrema necesidad como ir a la farmacia, al supermercado, médico, pasear al perro o comprar el periódico. La prensa se convirtió así en un objeto de necesidad vital. ¡Y yo que pensaba que nadie leía ya la prensa! De eso se quejan al menos los propios periódicos que dicen que no venden. En cuanto al trabajo, todos a teletrabajar en la medida de lo posible. Esto significa el cierre de todos los comercios y de gran parte de actividades que sustentan la economía española. Pequeñas y medianas empresas, negocios familiares, tiendas de barrio; todo dejó de existir de un día para otro y nadie sospechó el desastre que se avecinaba.

      Pero teníamos que habernos dado cuenta. La idea era frenar en seco la expansión del Covid-19 para minimizar el impacto en la población de un virus altamente contagioso y muy caprichoso en su forma de dañar al enfermo. Era, es y probablemente seguirá siendo durante mucho tiempo un enemigo invisible que ataca a escondidas. Pero insisto que teníamos que habernos dado cuenta porque la OMS había declarado el 30 de enero que el brote de Covid-19 constituía una emergencia de salud pública de preocupación internacional.

      Pero como la cosa venía de China y eso está muy lejos pues no hace falta darse cuenta. Aquí en Europa todo es diferente. Al menos eso es lo que pensábamos en enero y también en marzo.

      Cuando la noticia del Estado de Alarma y el confinamiento entró en nuestras vidas como un terremoto, teníamos que haber caído en la cuenta de que la ciudad de Wuhan ya llevaba más de mes y medio cerrada a cal y canto con sus habitantes con miedo hasta para asomarse por la ventana. Ellos llevaban desde finales de enero confinados, pero nosotros todavía no habíamos visto asomar las orejas al lobo. En España había entonces 7.753 enfermos y 288 fallecidos y la cosa iba “in crescendo”.

     De ahí el Estado de Alarma. 15 días. A ver qué pasa, pensaba yo sin grandes esperanzas. Porque si hay prorroga, como en los partidos de fútbol, ya no hay decreto del consejo de ministros que valga. El gobierno necesita la aprobación del Congreso de los Diputados. No sé, no sé, tal y como está el patio entre los políticos y sus ansias por destacar habrá más de una discusión sobre el tema y probablemente con palabras mayores.