CE’ST LA FRANCE
Hoy se ha cumplido el gran milagro. ¡Hemos llegado a Francia! Tocará pain rich y foi, tal vez también queso
y……. esto no es precisamente un viaje de dieta, sino más bien todo lo
contrario. canard de foi y a saber
qué cosas más. Digo yo que si pasamos por diferentes localidades de diferentes países, con sus productos gastronómicos ¡habrá
que probarlos! Así hablaremos con conocimiento de causa y podremos decir si
gustan o no gustan. De momento nos gusta todo y no ponemos cara de asco a nada.
Lo único que hemos dejado en Bélgica sin probar han los mejillones con patatas
fritas, y a mí se me habían antojado pero decían que eso era cosa de los del
norte, o sea, de los flamencos, y nosotros hemos estado lidiando con los valones.
Aunque eso sí, hemos oído hablar mucho flamenco (que no son sevillanas) y no se
entiende ni patata.
Y os cuento que los chicos no han tardado ni dos minutos en ir a
comprar un buen paté y otras cosas.
Y ahora estamos en el país del parleux vous y aquí todo cambia. Es curioso como
países tan cercanos luego pueden llegar a ser tan lejanos. Holanda es
amabilidad y a la vez un poco mañana, mañana,
y pulcritud; Bélgica es amabilidad y pelín desastre; y Francia ya se verá. De todas formas por mi
experiencia en otros viajes los franceses son un encanto. Iremos contando.
Hemos tardado siete horas en recorrer 35 kilómetros. Todo sin grandes
complicaciones pero las esclusas llevan su tiempo. Ahora son pequeñas pero aun
así hay que vaciar esclusa, abrir
compuerta, meter el barco, amarrarlo, llenar esclusa, abrir compuerta, soltar
el barco y seguir el camino.
Son procesos que llevan su tiempo y aunque ahora
no tenemos grandes problemas para entrar, amarrar y salir, lo de subir metros
en “ascensores” a paso de tortuga, lleva su tiempo.
Estoy escribiendo esto en la
bañera del barco en un lugar llamado Vireux-Molhain, tomando un vino y
acompañada de Alfonso, Lourdes y Rafa. Vinitos, gin-tonic y un poco de relax después de una larga travesía al
tiempo que intentamos solucionar los problemas de la jornada. El primero de
ellos fue que el mando de las esclusas automáticas que habíamos alquilado, que
a partir de ahora serán casi todas así, no funcionaba.
¡Estupendo! Menos mal que aquí al borde del río todo es “piano, piano” y las cosas se van solucionando. Lavadora y secadora para tener ropa limpia, y aunque el jefe cierra a las siete, Lourdes se lo liga y no hay problema. Deja la puerta abierta sin más. Llenamos agua, enchufamos la luz, aceite para el motor… y a la espera de la cena, que hoy la preparará Rafa.
Hoy hemos entrado en Francia y aquí los canales van a ser diferentes. De
momento nada más entrar la cosa se estrechó considerablemente. La profundidad
mermó y luego nuestro primer túnel, largo y oscuro en donde solo faltaba el
acomodador. ¡Super!
Y la foto, pues
portada de cualquier revista que se precie. Habíamos cogido un atajo, el
obligatorio, ya que el río está destinado a una central nuclear. Un mini canal
sorprendente por el que sin duda nos hemos ahorrado varios kilómetros. La idea era llegar a Fumay pero ni de broma.
Hemos tenido que parar en un pequeño pueblo con asentamientos romanos así que
podemos sentirnos como los conquistadores de antaño. Aquí no hay nada, sólo una
sorprendente oficina de turismo, un supermercado y un atraque con comodidades
más que suficientes.No hay internet así que esto se colgará cuando podamos, espero que mañana, después de otros 35 kilómetros y tropecientas mil esclusas. Está claro que esto empieza a ser una travesía romántica en la que las prisas y la vida moderna sobran. Nosotros a lo nuestro. ¡A la conquista del Mediterráneo!
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