¿CUANDO CALIENTA EL SOL?
Hoy es el día que más horas hemos
navegado recorriendo un total de 65 kilómetros.
Para variar amaneció lloviendo
y con las gallinas. Porque los chicos se levantan con las gallinas. Claro que
si queremos navegar más de seis horas es lo que hay y como al que madruga Dios
le ayuda, pues eso. El trayecto no se
presentaba nada complicado, solo una gran esclusa, así que la tranquilidad a
bordo era absoluta. Y de pronto ocurrió el milagro ¡vimos el sol! Vivimos
pegados a la predicción del tiempo, es lo que más seguimos, mucho más que
cualquier partido de fútbol ya que nuestro avance por los ríos depende en gran
medida del viento y de la lluvia porque no es lo mismo avanzar entre las verdes
praderas de los Países Bajos con un sol esplendoroso a hacerlo como lo estamos
viviendo, con decenas de capas de ropa puesta para no morir de hipotermia. De
momento visto lo visto no me extraña que los holandeses busquen su refugio en
el Mediterráneo. Los veo en Altea a miles, sentados en las terrazas con sus
cervezas y disfrutando del Dios Ra en pleno invierno. ¡Serán listos los
condenados!
A lo que iba.
Salimos hacia las ocho y media de la mañana y bajo una “fina y suave lluvia” nos incorporamos al río Maas “rumbo al sur”, dirección Maastricht. Lo malo es que vamos a tardar tres días en llegar ya que el kilometraje es importante y los barcos no corren como los coches.
¿Y qué es lo que uno ve en estos recorridos? Pues verdes praderas, vacas pastando, corderos jugando, casi como en el cuento de Heidi, aunque en versión holandesa, pero todo salpicado con casas de verano que miran al agua que recorre la tierra, pequeños pueblos y grandes empresas que aprovechan las vías fluviales para el transporte de sus mercancías. El ir y venir de las gabarras es continuo y las barcazas ancladas en el centro del río limpiando el fondo es el pan nuestro de cada día. Pero a fin de cuentas ni nosotros les molestamos a ellos ni ellos a nosotros. Cada uno a su bola.
Tras casi 30 kilómetros de trayecto llegamos a la esclusa Sambeek que
nos elevaría casi cuatro metros.
Y aunque nadie se lo va a creer ya puedo
afirmar que estamos cogiéndole el tranquillo a las esclusas. Casi siempre
echamos cabo a estribor, por aquello de la costumbre pero esta vez la situación
se presentó de forma diferente. Cuando llegamos la esclusa abría puertas y el
semáforo se puso en verde. Delante de nosotros entró un pequeño velero alemán,
de unos seis metros y detrás venía una gabarra. El pequeño velero se puso hacia
la mitad a estribor y enseguida el jefe de turno le mando adelantar su
posición. Nuestra intención era ponernos detrás pero iba a ser que no. El mismo
jefe de turno nos mandó hacia babor, delante de todo, para hacer sitio a la
gabarra y a otro barco grande que venía detrás. Maniobra rápida y con relativa
soltura. Rafa en la proa echa cabo al noray escondido en la pared de la esclusa
y que luego hay que ir cambiando a otro a medida que vayamos subiendo. Yo
intento echar cabo a una escalera y lo mismo hacen Alfonso y Lourdes. Y lo
conseguimos, porque ya tenemos cierta experiencia, pero hay que estar atentos
porque en cuanto entre agua en la
esclusa hay mucha corriente, hay que sujetar el barco y también ir cambiando
los cabos a medida que subimos. Lo divertido de esta historia son los vecinos
alemanes, los de estribor, que con un sistema completamente casero, una especie
de gancho metálico, sujetan el barco a la escalera, aunque eso sí, no sin
ciertas dificultades.
Salimos de la esclusa y de nuevo vimos el sol. ¡Por fin! Pero aún nos
quedaban otros 30 kilómetros por lo menos hasta llegar a la marina de Venlo.
Sol y nubes pero con un cielo que cada vez se oscurece más hasta que finalmente
cae la lluvia con ganas y cada vez más ganas.
Menos mal que hay al menos uno que es previsor. El capitán Alfonso dio órdenes estrictas sobre la comida del día de hoy. Viendo la que iba a caer, después de tantas horas de navegación y del agua que cae constantemente del cielo en este país teníamos que tener algo bien calentito para el cuerpo. ¡Lentejas con chorizo! ¡Aleluya! Hechas por Lourdes y que estaban para comer, mojar pan y chuparse los dedos. ¡Viva Lourdes y gracias por las lentejas!
Mañana más fotos. Hoy Internet no está por la labor.
Aquí si tenemos sol y calor para dar y tomar. El jueves me voy pa "Caí" y nos quedamos hasta el lunes. ¿Me habrás guardado unas lentejitas?
ResponderEliminarCon el frío y el hambre lo hemos comido todo. Que lo pases bien en "Cai"
EliminarBesos