domingo, 11 de mayo de 2014

NAVEGANDO TIERRA ADENTRO - GRAVE, ATRAPADOS EN GRAVE


GRAVE,  ATRAPADOS EN GRAVE
  
   Hemos quedado atrapados en Grave.

De la misma forma que las nubes han conseguido atrapar y esconder el sol, se han apoderado también de nosotros impidiendo que continuemos el viaje. La lluvia no deja de caer, también las temperaturas, y el viento sopla cada vez con más fuerza. Esto más que un mes de mayo típico holandés, parece pleno invierno en España. ¿Y qué hacer cuando no hay nada que hacer?

Los habitantes de la ciudad se han recogido en sus casas, las tiendas están cerradas, salvo un supermercado que los domingos abre de 13.00 a 18.00. 5 horas de jornada laboral, no está mal pensando en la crisis. La verdad es que no me aclaro con el horario de este país.
  
Pero decía yo que ¿Qué hacer cuando no hay nada que hacer? Pues ir de compras al supermercado para luego disfrutar de un buen aperitivo y pensar en el menú del  almuerzo de mañana. Pensando en que nos vamos a mojar y pasar frío tiene que ser algo bien caliente y consistente. Mañana desvelaremos el misterio.
De momento nos quedamos con el barco atracado en Grave.
   Este pueblo es tan pequeño que a duras penas hay información sobre su existencia en internet. Aquí viven 8.800 personas a los que hoy añadimos cuatro turistas españoles. Su nombre hace referencia al Conde de Cuijk que en su día construyó en el lugar un fuerte para vigilar el paso de los barcos por el río Maas.  Esa es la historia oficial de este pequeño pueblo pero hay otra algo más romántica que se refiere a un comandante del ejército romano,  Gravio, que en su día se estableció en la zona e hizo levantar un castillo para su personal morada. Casi que me quedo con esta última explicación en la que me imagino al militar romano profundamente enamorado de una a rubia guapa holandesa.
   El caso es que Grave recibió sus derechos de ciudad en 1233 y fue durante muchos siglos un lugar importante gracias al comercio. Pero de todo esto no queda nada debido a incendios, guerras y más guerras así que el pueblo, al margen de unas pocas calles bonitas con casas cuidadas y dos iglesias no tiene mucho que ofrecer. Su historia ha quedado guardada en el Museo de la localidad y hoy su atractivo es básicamente turístico debido a que se encuentra a orillas del Maas con una pequeña marina abierta a los navegantes y de esos en los Países Bajos, hay muchos, pero que muchos. Claro que con este tiempo los turistas no han llegado salvo los cuatro españoles, casi ya oriundos del lugar.
 

Y aquí estamos, por tanto, atrapados en Grave a la espera de que alguien nos envíe un anticiclón que ilumine nuestro recorrido por los ríos y canales de Holanda. Tenemos la esperanza de que el sol llegará a medida que nos acerquemos al sur pero el cielo no parece estar por la labor. En cualquier caso mañana tiramos para adelante aunque caigan pedruscos y tengamos que esquivar los rayos y truenos de nuestro amigo el Dios Thor.
  




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