UTRECHT
La elección de hacer noche en Maarssen era pura
logística. Por motivos de calado resultaba imposible
entrar con el barco en Utrecht y esta ciudad tiene visita
obligada. No se puede navegar todos los días y pasar por
alto todo lo que uno va dejando en el camino, así que con
el barco “bien aparcado” en Maarssen nos fuimos rumbo a
la histórica ciudad de Utrecht. Lo bueno de estar en
lugares pequeños es que todo está a mano, incluso el
autobús que nos lleva a la “gran ciudad”. Pillamos el
número 120 por los pelos y también conseguimos "por los
pelos" pagar los billetes. No admitían nuestro papel de 50
€ por lo que buscamos y rebuscamos en los bolsillos,
entre céntimos y euros, para reunir los 16 que costaban
los billetes. El día había amanecido entre sol, nubes y
lluvia así que se presentaba una buena jornada para patear
y disfrutar de lo que se considera es una de las ciudades
más bonitas de Holanda.
Si nos remontamos en la historia nos encontramos con
que Utrecht fue primero una gran fortaleza romana y luego un destacado
centro medieval donde la producción de lana y el ganado
vacuno de la apreciada raza frisona eran los
protagonistas. Pero se convirtió también muy pronto en un
importante centro religioso y lugar de residencia de los
obispos. De esta etapa destaca hoy en día la Catedral
católica de San Martín, del siglo XIV, con la torre más
alta del país y la Catedral de Dom y la Torre Domtoren,
que antaño estaban unidas por una nave que quedó destruida
por un tornado. Todas estas maravillas arquitectónicas se
encuentran en la ciudad antigua que aún conserva el
encanto del pasado. Callejuelas estrechas, canales,
puentes, tiendas, quioscos y pequeños bares conforman el
paisaje de esta zona que vive un intenso comercio. Y eso
sin contar con los estudiantes que llegan por decenas de
miles para su carrera, Erasmus, posgrado o cualquier otro
pretexto. En las calles de Utrecht lo mismo se habla
holandés que inglés, español, alemán, sueco y hasta
japonés. Jóvenes con cara de alegría porque esta debe de
ser una ciudad con una marcha poco habitual. Estudiar, lo
que se dice estudiar, no sé si lo hacen, ahora pasarlo
bien, hacer amigos y aprender a convivir, seguro que sí.
Pasear por las calles de Utrecht es una maravilla pero
al mismo tiempo peligroso. ¿Qué porque? El transporte
nacional en Holanda es la bicicleta y si bien las normas
para los coches son duras y las de la navegación por los
ríos perfectamente reguladas, en el uso de las bicicletas
manda la ley del más rápido. Hay que mirar, volver a mirar
y asegurarse por tercera vez antes de cruzar una calle, un
puente o salir de un portal porque de pronto aparece una
bicicleta a toda leche sin previo aviso. Lo mismo va por
su carril que por el de los coches o por las aceras y
además a toda velocidad. Es altamente peligroso para los
transeúntes también para los usuarios de las bicicletas
que son tanto adultos como niños y por supuesto nadie usa
casco.
Holanda es el líder mundial de transporte en bicicleta
con un 26% del total del tráfico. Dicen que los holandeses
nacen montados en una bici y de hecho hay más bicicletas
que holandeses, 16 millones de personas y 18 millones de
bicicletas. Claro que la estadística también habla de
otras cosas y cuenta que los holandeses son víctimas de su
propio éxito ya que a medida que la bici se hace más
popular también aumentan los accidentes que está empezando
a ser un problema preocupante.
Otra cosa que tiene Utrecht es el mejor bar de los
Países Bajos, elegido así por votación popular en 2013. Se
llama Olivier y se encuentra en la antigua Iglesia María
Menor en el centro de la ciudad. Se trata de un templo
secreto ya que en el siglo XVI, en la época de la reforma
podía ser peligroso profesar la fe abiertamente por lo que
algunas iglesias eran construidas con un aspecto de casa
normal desde el exterior, pero con arquitectura religiosa
por dentro. Ahora, para lograr un ambiente nostálgico los
dueños de Olivier han conservado los principales
elementos religiosos como el altar, las bóvedas y el
órgano. Además los decoradores han recuperado algunos
antiguos materiales de decoración como pesados candelabros
y paneles de roble. El ambiente es magnífico y las decenas
de cervezas diferentes que sirven también.
Lo que no se Eli es que hace el chico del sombrero y el bigote. ¿No estará tomando cerveza,verdad?
ResponderEliminarBss
Oye cuando dices que no tenían cambio de 50 es porque ellos cambian 500. ¿No llevabáis?. No puede ser. Si quieres te mando unos cuantos
ResponderEliminarUna birra de las ricas ricas. Y si, nos vendrían bien unos cuantos billetes de 500. Se nos olvidaron en Madrid.
EliminarBesos