EL GRAN DÍA - RUMBO A WEESP
Después de esperar durante varios días a la tortuga de
Mafalda, doña Burocracia, por fin zarpamos rumbo al
Mediterráneo. Salimos de Flevo Marina, en Lelystad, a
media mañana el 5 de mayo con destino al río Vecht. Nada
más salir de la marina llegamos a la primera esclusa que
se encuentra precisamente en la barrera por la que
habíamos circulado dos días antes y que separa el
Ijsselmeer del Markermeer.
Tras cuatro horas de navegación por el Markermeer
avistamos a lo lejos la entrada del río Vecht que está en
una pequeña localidad llamada Muiden conocida desde 953,
cuando Otto I, emperador del Sacro Imperio concedió el
asentamiento y sus derechos de peaje a la Catedral de San
Martin en Utrecht. Entonces la ciudad se llamaba Amuda,
que significa "Boca del A", haciendo referencia al río
"A" que era el antiguo nombre de Vecht. Nada más llegar nos impresionó el Muiderslot, una
fortificación medieval mandada a construir sobre 1285 por
el Conde Floris V y declarada Patrimonio de la Humanidad
por la Unesco. Durante muchos años constituyó la principal
puerta defensiva de Ámsterdam y hoy en día es uno de los
principales atractivos turísticos de la zona.
Siguiendo nuestro camino cruzando Muiden, nos topamos
con lo que he bautizado como "dos en uno": esclusa con
puente elevadizo incluido. En la esclusa nos apiñamos tres
veleros sin mayores problemas, subimos unos pocos metros,
se abrió el puente elevadizo y segunda prueba aprobada.
Hubiéramos cabido debajo del puente porque nuestro palo
está camino del Mediterráneo en un transporte terrestre,
pero hay motoras altas y también veleros que no quitan el
palo por lo que es necesario contar con estos puentes.
Dicen que Vecht es uno de los ríos más bonitos de
Europa y aunque he visto pocos si puedo afirmar que esta
zona es de una belleza impresionante. El río se extiende
desde la zona de Utrecht hasta el Ijmeer abriéndose paso
entre castillos que datan del siglo XVII, considerado como
la Edad de Oro Holandesa, y una naturaleza exuberante. Fue
una zona muy popular entre los nobles holandeses de
aquellos tiempos y probablemente lo sigue siendo ya que el
río nos recibe, a la vuelta de cada esquina con casas
flotantes, la una más elegante que la otra. La mayoría
tienen muelle privado por lo que el tráfico aquí en verano
debe de ser notable. La verdad no es de extrañar que los
habitantes de las grandes ciudades, estresados en sus
trabajos y también muchas veces en su convivencia busquen
precisamente esta alternativa como refugio.
Hacia las cinco de la tarde llegamos a Weesp pequeña
localidad que consiguió su carta como ciudad en el año
1355 y que se encuentra junto a los ríos Vecht y Smal
Weesp y también junto al canal Amsterdam-Rin. Este canal
separa geográficamente Weesp de Amsterdam y el metro que
lleva a la gran ciudad se encuentra a tan solo tres
kilómetros.
Para llegar a este punto podíamos haber
elegido la autopista, eso es, el Canal Amsterdam Rihn,
pero siempre es más divertido ir por caminos secundarios.
Eso nos acerca a la tierra y nos lleva a conocer los
pequeños pueblos que suelen ser bastante más interesante
que las grandes urbes que a fin de cuentas están al
alcance de todo el mundo en cualquier momento. Sin
embargo desentrañar los posibles misterios de la tierra
que los habitantes de un país viven con emoción no tiene
precio.
Nuestro "Libro gordo de Petete" indicaba que en Weesp
hay dos marinas, una a nuestra izquierda, con todo tipo de
comodidades y escondida en un recoveco del río y otra
justo en frente, sin comodidades, pero a plena vista. En
la segunda no parecía haber sitio así que intentamos
entrar en la primera. Hacía buen tiempo y la gente estaba
comiendo en la bañera de sus barcos mirándonos con cara de
estupor y negando con la cabeza.
- Do you know the draft? - intentamos en ingles.
- ¿El calado?
- Tiefe?
Como buenos españoles, a grito pelado y gesticulando,
porque el marcador del barco iba cada vez a menos. 2,1 m,
2,0 m, 1,8m y marcha atrás a toda máquina porque sino
encallamos. Y nuestros espectadores seguían negando con la
cabeza.
Dimos media vuelta para seguir nuestro camino a
pesar de la hora cuando de pronto sale por un pantalán el
Capitán de la Marina. Supongo que había decidido poner fin
al espectáculo para que luego no pasáramos la gorra. Nos
explicó en perfecto inglés donde podíamos atracar y nos
echó una mano con la maniobra.
Pero la gracia no termina aquí. Resulta que la marina
buena era esta, no la del recoveco, y el calado, indicado
en el mapa fluvial de Alfonso no se correspondía a la
realidad. Los cuatro coincidimos en que a lo largo de las
próximas semanas aprenderíamos un montón de cosas. Y así,
nada más pisar tierra descubrimos que hay `problemas que
tienen solución con tan solo una moneda de 50 céntimos de euro. Porque ahí en la
marina, si quieres una ducha, son 50 céntimos, si quieres
electricidad, otros cincuenta, y si necesitas llenar el
depósito de agua del barco, pues buscas otra moneda idéntica y
asunto concluido. El acceso a Internet nos salió algo más
caro ya que eso se concede en el bar y ahí ya se sabe,
cervecita a cervecita, se va vaciando la "huchita".
Disfrutad de esas maravillas. Besos!!!
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