miércoles, 5 de febrero de 2014

EL TRANSIBERIANO - LA CIUDAD DE LOS PIES CANSADOS

EL TRANSIBERIANO - LA CIUDAD DE LOS PIES CANSADOS

   Podría ser el título de una película pero "La ciudad de los pies cansados" es la reflexión sobre una de las metrópolis más grandes del mundo. Hablo de Beijing, la capital de la República Popular China, con una población de más de 20 millones de personas, lo cual no es mucho si lo comparamos con los 1.350 millones que tiene el país. En cualquier caso estamos hablando de una nación inmensa, con una superficie que se acerca a los 9,6 millones de kilómetros cuadrados, y hablamos también de una ciudad tan grande que casi alcanza una extensión de 17.000 kilómetros cuadrados, o lo que es lo mismo, el doble que la Comunidad Autónoma de Madrid.
    
     Resulta por tanto fácil de comprender porque  Beijing se convierte en la ciudad de los pies cansados, ya que por  mucho que uno ande la meta siempre está por llegar. En Europa estamos  acostumbrados a ciudades relativamente manejables con zona de compras bien definidas, de restaurantes, tenemos también las zonas de cines, de teatros mientras que los bares y cafeterías están distribuidos por todas partes.

     Pero Beijing es diferente empezando por el nombre.Los chinos creen que el universo es como un huevo y en el centro de ese huevo está su gran ciudad. Está claro que las dinastías chinas eran grandes, cultas e importantes, pero también lo era el Imperio Romano, el Reino de España en la época de la conquista, Francia de Napoleón y El Reino Unido en tiempos de las colonias.  Aún así Roma, la capital de ese gran imperio, sigue siendo una ciudad caóticamente manejable; Madrid es una pequeña pero pateable ciudad cosmopolita; París una magnífica ciudad turística digna de un emperador y Londres divertida por su capacidad de mezclar la modernidad con la historia. Son todas ellas capitales grandiosas, grandes,  pero sin exagerar.  Ahora bien, Beijing es otra cosa.


   La ciudad  ha sido  una de las muchas capitales antiguas de China con un pasado que se remonta más de 3.000 años. Una dinastía tras otra ha dejado aquí  su impronta cambiando además su nombre siguiendo el capricho de sus gobernantes.  Llamado Ji en la antigüedad, fue la capital del Estado de Yan, entre los años 770 y 476 a.d.C. Más tarde, en la dinastía Liao (907-1125), fue su capital temporal, llamada Yanjing, y en la dinastía Jin, se convirtió de nuevo en capital con el nombre de Zhongdu. Luego, con el gobierno Yuan pasó a llamarse Dadu y más tarde Jingsh y así hasta recibir su nombre actual. Y en este Beijing las cosas se hicieron a lo grande. No hay más que echar un vistazo al Palacio Imperial, la "humilde" morada del Emperador, que abarca una superficie de más de 720.000 metros cuadrados y con un recorrido de la entrada a la salida, de varios kilómetros.


    
    La Ciudad Prohibida, junto con el Palacio de Verano, fue probablemente el comienzo de las grandes dimensiones de Beijing que con la llegada de Mao se fue afianzando para establecerse definitivamente a finales del siglo 20 y sobre todo de cara a los juegos olímpicos del 2008. El país que durante muchos siglos había vivido de espaldas a la modernidad se atrevió por fin a asomarse al desarrollo y al crecimiento industrial. Y si hay que desarrollar, se desarrolla y en cuanto más grande y más alto mejor. Y el resultado es ahora una ciudad que tiene la plaza más grande del mundo, Tiananmen, dicen también que
la avenida más larga del mundo, Changan, con sus más de 40 km de longitud y que cruza la ciudad de Este a Oeste, cinco cinturones de autovías que conforman el eje circulatorio, además de múltiples centros comerciales, impresionantes rascacielos de los más afamados arquitectos del mundo y calles inmensas de al menos medio kilómetro de anchura. Y por si esto fuera poco Beijing tiene cinco Patrimonios de la Humanidad, siendo la única ciudad del mundo con tanto tesoro cultural establecido por la Unesco; la Gran Muralla, la Ciudad Prohibida, el Palacio de Verano, el Templo del Cielo y el Sitio del Hombre de Beijing.
      

    Y todo ello es magnífico pero hay que estar preparado porque los turistas salimos del hotel y nos ponemos a patear las calles, con el plano en mano ya que es la mejor forma de conocer una ciudad. Así que preguntamos ¿dónde está el mercado de la seda? Pues muy cerquita de aquí, responden los chinos, solo unas cinco manzanas.
Y andamos y andamos porque "muy cerquita" o cinco manzanas pueden ser 5 o 7 kilómetros, total nada, solo dos paradas de metros. ¿La Plaza de Tiananmen? Pues aquí al lado, a tres paradas de metro. Y así es como nuestros pies se cansan y nos recuerdan con su dolor todo lo que hemos caminado. 

2 comentarios:

  1. Que cansino es caminar por el centro de Pekin, aunque muy interesante poder ver a tantos chinos.

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  2. Cansino..... si yo te contara. Demasiado de todo, pero ahí está, no como la Puerta de Alcalá. Es otro mundo.

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