domingo, 22 de junio de 2014

NAVEGANDO TIERRA ADENTRO - EN SOLITARIO

DE VIVIERS A AVIGNON – NAVEGANDO EN SOLITARIO

   Ya nos habíamos acostumbrado a la navegación con Peter e Ingrid pero como no pudieron quedarse en Viviers, continuamos nuestro camino en solitario hacia Avignon. Ahí nos estarían esperando. Alfonso se asomaba de cuando en cuando a la bañera mientras Rafa estaba en la rueda llevando el barco camino al sur. Nuestro primer reto era la esclusa de Bolléne, la más alta de todas, 23 metros, daba casi miedo solo pensarlo. Y la verdad impone.











Hoy eran solo tres pero tardamos casi tres horas en total en pasarlas debido a los tiempos de espera. Afortunadamente íbamos a buena velocidad, con la corriente y el viento a favor, así que el viaje no se hizo demasiado pesado.
Además en el muelle, porque ya de marina no quiero ni hablar (las fotos lo dirán todo), nos estaban esperando Peter e Ingrid con los que luego cenaríamos en la ciudad. Como veis amarramos abarloados, en tercera fila. Primero un joven alemán, luego el barco de Peter y luego el de Alfonso.
   El joven alemán es desde luego un personaje. Llevaba su barco desde España a Berlin para arreglarlo e irse de vuelta a las tierras del sur ya que lo de Alemania no lo gustaba demasiado. Ahí todo el mundo anda malhumorado y estresado, decía. Y supongo que tiene razón ya que vivir en un barco e ir de un lado a otro es bastante más relajado que pelearse con los jefes todos los días en el trabajo.
   Avignon no es desde luego ciudad para un solo día así que habrá que volver. Tiene monumentos históricos de gran importancia, museos más que interesantes y un ambiente considerable. Nunca pensé ver tanto turista en esta ciudad pero es lo que tiene, mucho turista con ganas de conocer cultura. La verdad es que he quedado bastante impresionada y en cada rincón parece que encuentras algo nuevo.









   A la noche, como dije, salimos a cenar y había un buen ambiente. Francia jugaba contra Suiza en el mundial y ganó por goleada así que todo el mundo en la calle dando brincos. Fue sin duda una gran noche, no solo para los franceses, sino también para nosotros ya que cada vez quedaba menos para llegar a nuestra meta. Ya solo dos días. 

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