domingo, 22 de marzo de 2020

EL COVID DESDE MI TERRAZA - DIA SIETE

DIA SIETE – SABADO 21 DE MARZO 

ANGUSTIA

 

 

      Hoy ha sido un día angustioso. No por el hecho de estar en casa confinada, sino todo lo contrario; por tener que salir. Me voy acostumbrando a mi rutina y romperla para ir al supermercado se me hace raro. El más cercano está a unos cincuenta metros de casa así que la distancia no es un problema, pero es un local pequeño a pesar de pertenecer a una gran cadena. Cola para entrar, que eso ya se va a convertir en una costumbre y aforo limitado. Aun así me parecía que había demasiada gente.  Los pasillos son estrechos y me iba topando con clientes constantemente. Una persona estornudó sonoramente y todos salimos corriendo para protegernos detrás de los estantes. En la televisión nos habían bombardeado con las imágenes de como el virus se extiende por el supermercado si alguien estornuda buscando huecos entre los productos para colarse en el pasillo paralelo. Sentí inmediatamente como el virus volaba a mi alrededor atacando por todos los flancos.

      Creo que todos los del supermercado tuvimos esa misma sensación viendo la cara de pánico de la mayoría. En las noticias nos contaban por activa y pasiva que el virus, más bien el super virus, puede permanecer en el aire toda una eternidad y que se pega a todas las superficies convirtiéndose prácticamente en inmortal. Luego la ciencia descubrirá otra realidad, no por ello menos grave, pero si más acorde con la verdad.

      Vivimos con miedo a lo desconocido, un miedo alimentado por las noticias que 24 horas al día, tanto en la radio como en la televisión, no paran de hablar del virus y de sus estragos. Supongo que detrás de este acoso informativo hay buenas intenciones. La idea creo, es mantenernos alerta, pero estoy segura de que el efecto, si esto se alarga demasiado va a ser todo lo contrario.

      De vuelta a casa saludé a una joven en la calle que no conozco de nada. Es por hablar con alguien, manteniendo la distancia de seguridad naturalmente. Me dijo que estaba muy agobiada por el encierro y que dormía muy mal. Su único alivio era sacar al perro tres veces al día.

      Debo decir que no sufro el encierro porque estoy más liada que un ovillo. Eso sí, mi casa va ser la más limpia del mundo mundial, mis cajones los más ordenados y así sucesivamente. Tengo además mucho para coser, para escribir y cientos de fotos para escanear. Así que durante este tiempo que parece el preludio del fin del mundo iré recordando mi vida y a mis amigos.

     Pero de la misma forma que hoy fue un día de cierta angustia, también fue un día divertido. Tomamos el aperitivo con nuestros hijos, cada uno en su casa claro está, conectados por WhatsApp. Es un sistema muy chulo y da la sensación de estar todos juntos, aunque solo nos vemos en pantalla. La primera semana está a punto de terminar y supongo que  pronto descubriremos que los fines de semana carecen de sentido y que los días que a priori se nos presentan como un gran abismo abren sus puertas a una de los grandes placeres del humano: la gastronomía.







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