viernes, 8 de mayo de 2020

EL COVID DESDE MI VENTANA - DÍA CINCUENTA Y CUATRO


DIA CINCUENTA Y CUATRO – JUEVES 7 DE MAYO 

DESESCALANDO VOY, DESESCALANDO VENGO 

 

 

      Hoy ha habido un incendio por aquí cerca. No lo he visto y tampoco lo he olido, aunque muchas veces nos llega con la brisa el olor a madera quemada. Pero no se ha dado el caso. ¿Entonces cómo sé que algo se ha quemado? Lo sé porque tengo el mar enfrente y es precisamente aquí donde los hidroaviones bajan para llenar su bodega de agua. Y uno de esos aviones se ha acercado varias veces para luego seguir su camino hacia la sierra e intentar ahogar las llamas con el agua del Mediterráneo.

      Desde luego tenemos un mar que sirve para todo, hasta para apagar incendios. Qué pena que no sirva también para zamparse un virus que nos está llevando por el camino de la amargura. No sé si a estas alturas estoy más harta de la pandemia o de la desescalada. ¡Por Dios! ¡Que pesadez!

      Todo apunta a que la semana que viene las cosas cambiarán un poco. No porque el virus se haya mudado a la luna, ¡ojalá! Pero no, el virus sigue con nosotros y seguirá durante mucho tiempo. La diferencia está en que poco a poco estamos aprendiendo a convivir con un enemigo invisible y toca ahora volver a una relativa normalidad.

      Las tiendas abrirán, con aforo limitado y sin aglomeraciones. También las terrazas para el esperado vermut y poco a poco podremos volver a ver a los amigos en carne y hueso sin el móvil, la “Tablet” o el ordenador de por medio. Habrá que mantener distancias y no echarnos el uno encima del otro con besos y abrazos como es nuestra costumbre.

     Entraremos en la Fase uno para luego pasar a la dos y así sucesivamente. Son las autonomías las que solicitan al gobierno este cambio y hay un comité que decide sobre el asunto. Un comité, pero no sabemos quién está en ese “prestigioso grupo”. Es un comité secreto, como la Orden de los Templarios, formado por hombres (no se si habrá mujeres) sin nombre ni rostro, que decide sobre el futuro de millones de personas. Me parece bien que haya un comité y supongo que se trata de uno compuesto por expertos en varias materias, pero eso de que sea secreto resulta un poco sospechoso. Dice nuestro ministro filósofo que es para evitar que se sientan presionados. Un cargo conlleva presión y supongo que no trabajarán gratis así que habrá que dar la cara. A ver en que termina este tema porque así, a priori, tiene mala pinta.

      Al salir de casa a las 20.00, aplaudiendo al ritmo de nuestros pasos, hemos optado por ir a la derecha, rumbo del Albir. Tengo que asegurarme de que todo sigue en su sitio y que las cosas no han cambiado demasiado a pesar de esa "nueva normalidad” que anuncian a bombo y platillo por la televisión. No sé exactamente a que se refieren porque si queremos algo nuevo habrá que cambiar todo lo de antes con lo que no entiendo donde encaja la normalidad ya que lo que era normal antes ya no lo será.

      Pero a lo que iba, nos vamos a la derecha y pasamos por Goa que a partir de mañana ofrece sus arroces  por encargo y a domicilio. El minigolf sigue en su sitio, también la nueva sala de copas y baile inaugurado hace menos de un año. El Chiringuito está más triste que nunca, pero animo a Paquita porque pronto, y de eso estoy segura, recobrará la vitalidad de siempre.

      También siguen en su sitio las esculturas de escayola que un artista anónimo realiza a lo largo del paseo hacia el Albir. Están algo deteriorados pero ahora no los puede arreglar aunque  estoy segura de que cuando tenga oportunidad los dejará de nuevo niquelados.

      Poca gente en el paseo ¡aunque algún conocido que otro!

 

 

 

 

 

 

 

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