martes, 5 de mayo de 2020

EL COVID DESDE MI TERRAZA - DIA CINCUENTA Y UNO


DIA CINUENTA Y UNO – LUNES 4 DE MAYO 

ANDANDO NO, CORRIENDO SI

 

 

    La vida vuelve poco a poco a la calle, aunque todavía estamos muy lejos del ambiente que aquí consideramos normal. No hay excesiva alegría por la mañana, solo los padres con sus hijos, aunque eso cambia radicalmente por las tardes. A partir de las ocho se da el pistoletazo de salida y zas, todo el mundo a la calle, yo de las primeras. De hecho, llevo dos días sin salir a la terraza para aplaudir porque ya estoy en la puerta para irme corriendo o bien hacia la izquierda o bien hacia la derecha. Aplaudo en la calle así que creo que mi homenaje sirve igual.

      Hace unos días estaba muy preocupada con mi vestuario a la hora de pasear, pero en cuanto llegó el día se me olvidó por completo. Salgo de trapillo para que no digan y sobre todo para ir cómoda ya que vamos andando a paso algo más que ligero, no solo para hacer ejercicio, sino también para poder ver muchas cosas y sobre todo gente. ¡A ver si se nos va a olvidar cómo son las personas!

      En estos primeros días de mayo nuestra vida se centrará en las salidas porque son una novedad, además de un respiro de libertad. Claro que la libertad se acaba en cuanto le echas un vistazo al reloj. Esta mañana a las diez había unos chicos dispuestos a echar sus tablas al mar cuando una pareja de policías les multó. No sé si por las tablas, si por el horario o qué, pero me imagino que por el horario. Así que ojo ¡hay que estar pendiente del reloj! En fin, que todo esto sigue sonando a la hora del recreo en la cárcel.

     Escucho que el gobierno quiere otras dos semanas de alarma, una nueva prórroga. A ver qué ocurre porque los partidos de la oposición parece que se han cansado y además apuntan a que hay otras alternativas legales para mantener la situación controlada. Lo ignoro, pero hagan lo que hagan, por favor, con sentido común y cordura que es lo que menos abunda entre los políticos de nuestro tiempo.

      Hoy, a pesar de ser lunes y de ver que nuestra libertad sigue mermada, estoy contenta porque una amiga ha visto al cisne. Como era de esperar se ha mudado de playa. Aquí en la nuestra tenía aseguradas varias comidas al día y muchos mimos por parte de los paseantes, pero como ahora no hay gente pues no tiene ni lo uno ni lo otro. Por eso habrá elegido regresar a lo que antes era su hogar. La desembocadura del río Algar, zona protegida, donde además hay muchas otras especies de aves por lo que no se sentirá tan sola.

      Desde luego estos animales de tontos no tienen un pelo. Saben perfectamente que hacer, como hacerlo y cuando. ¡Vaya igualito que los humanos! Iré a ver al cisne un día de estos. He pensado que como puedo salir a hacer deporte, me pongo mis mallas, mis deportivas, la camiseta, la cinta en el pelo y la riñonera para la botella de agua. ¿Me falta algo? Creo que no, el disfraz está completo. El río está a dos kilómetros lo que significa que iré andando el primero para luego salir a trote ligero el resto. Así ida y vuelta.

      A ver que ocurre en estos próximos días porque estoy empezando a cansarme. Mis hijos dirían "mamá está cansada, mal asunto”. Creo que a partir de ahora tomaré mis propias decisiones, haré mis restricciones particulares, con toda precaución, eso sí, pero siguiendo mi propio criterio. ¡Porque ya está bien de medir distancias!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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