lunes, 11 de mayo de 2020

EL COVID DESDE MI TERRAZA - DÍA CINCUENTA Y SIETE

DIA CINCUENTA Y SIETE – DOMINGO 10 DE MAYO 

MIEDO ME DA 

 

 

      Quedan pocas horas para el pistoletazo de salida y miedo me da. Se que, a los españoles, desde el gobierno, no nos han tratado nada bien durante esta crisis. Hemos sido víctimas de un encierro como si no supiéramos comportarnos civilizadamente, tal y como ha ocurrido en otros países europeos y no europeos,  donde el confinamiento no ha significado un aislamiento total ya que los ciudadanos, tanto ingleses como franceses o alemanes, por dar solo unos ejemplos, han tenido permiso para salir a pasear o hacer deporte. Así que a partir de mañana veremos si somos capaces de hacer las cosas con mesura e inteligencia para no caer de nuevo en el hoyo. Mañana veremos y miedo me da.

      El caso es que hoy nuestra salida nos ha llevado por el centro del pueblo y a la plaza de la Iglesia y hemos podido ver como algunos locales se preparan para instalar sus terrazas. Este hecho me ha llenado de alegría ya que  significa que el pueblo retoma poco a poco su pulso. No creo que las cosas sean exactamente como antes, pero al menos habrá algo de vida en las calles. Lo que todavía no tengo claro es el horario porque si puedo salir a tomarme un café a las 12.00 a ¿cuento de que me limitan las horas para el paseo o el deporte? Yo, desde luego, no le veo mucho sentido así que si alguien me lo puede explicar lo agradezco de corazón.

      Luego está la cuestión de la mascarilla. El otro día vi un reportaje en uno de estos canales de la televisión internacional en el que entrevistaban a un responsable de una empresa que se dedica a comprobar la "fiabilidad" de las mascarillas, incluso las caseras. Resulta que el 80 por ciento de las mascarillas que se fabrican en el mundo son de China, el 20 por ciento restante de varios países. Según los resultados de la empresa en cuestión, de todas las mascarillas que existen, solo un 50 por ciento, eso es la mitad, tienen la calidad necesaria para evitar contagios. Desde luego da que pensar. Porque a saber cómo son las mascarillas que tenemos. Yo las que uso son de farmacia y se supone que son fiables, pero claro, aquí el gobierno compró en China unas defectuosas. También llegaron defectuosas a Finlandia así como a otros países.  En fin.

      En ese mismo canal de televisión vi también una entrevista con la primatóloga Jane Goodall, la de los chimpancés. Hay que decir que la señora está estupenda a sus ochenta y seis años de edad, yo ya firmaría. Pues decía la buena mujer que habría que prohibir, a pesar de la tradición que hay en muchos países, sobre todo asiáticos, la venta de animales vivos en los mercados. Dicen que toda esta pandemia se debe precisamente a este hecho, a la venta de animales vivos en un mercado en Wuhan, en China.

      La venta de animales vivos se entiende desde un punto de vista histórico cuando no había neveras, congeladores o cualquier otro sistema para mantener la carne fresca. ¿Pero hoy en día? Buen, Goodall decía que había que prohibirlo no solo por la crueldad que supone matar a un animal en vivo y en directo, sino sobre todo por higiene. Esos animales no tienen ningún control sanitario y el sacrificio se produce sin las medidas higiénicas necesarias. Los animales son ejecutados en el mismo sitio con la sangre salpicando y sin control alguno. ¡Casi me da algo!

      Recuerdo haber visto animales vivos en un mercado de Tailandia hace más de cuarenta años pero no era consciente de que eso todavía existe. Se me revuelven las tripas.

      Mañana es lunes y a ver que nos depara el inicio de la semana. Yo hoy me consuelo con pescado (Negra) al horno con almejas.

 

 

 

 

 

 

 


2 comentarios:

  1. Mi último suspiro es uno de mis libros e cabecera."Pese a mi odio a la información,me gustaría regresar cada cuatro cinco años ente los muertos,ver lo mal que estaba el mundo y regresar al frío de mi tumba" Más o menos porque no lo he escrito textual.Hoy,don Luis ni siquiera saldría de su tumba.

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    1. Seguro que no, pero seguro que se asomaría por una rendija para regocijarse de las bondades de su tumba al ver el caos de un mundo que ya le es ajeno.

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