lunes, 25 de mayo de 2020

EL COVID DESDE MI TERRAZA - DÍA SETENTA

DIA SETENTA – SABADO 23 DE MAYO 

DE INCOGNITO POR EL MUNDO 

 

 

      Hoy han dicho en el Telediario que este es el día número setenta del Estado de Alarma así que llevo bien las cuentas. Pensaba al comienzo que el 15 de marzo, que contabilicé como el primer día, a lo mejor no lo era. Porque entre el anuncio del señor presidente del gobierno, la publicación en el BOE y la entrada en vigor, pues nunca se sabe. En el fondo creo que ni ellos mismos lo saben.

      De nuevo me he acercado al centro del pueblo para hacer algunos recados y he encontrado una tienda magnífica llena de sorpresas. Buscaba tulipas para una lámpara en casa y como también tenía que ir a la floristería vi que al lado hay una tienda "de todo un poco". Y me llevé una grata sorpresa porque tenían bastantes tulipas aparte de pantallas hechas a mano, muebles decorados y restaurados estilo "vintage" además de otras cosas de decoración. Todo un descubrimiento que me ha llenado de felicidad. Hay que ver lo poco que necesitamos para sentirnos bien. Una nueva tienda con algo que me apasiona, cosas recicladas y reconvertidas en algo nuevo y útil. 

      Por cierto, que en esa misma calle, hay otro establecimiento de decoración con objetos que son "sorprendentes", por decirlo de alguna manera. No es mi estilo, pero hay que ver la fantasía que tiene la gente a la hora de diseñar cosas. Un fusil decorado con cristales al estilo Swarovski como pie de lámpara de mesa o una cebra tamaño real que inmediatamente, en mi imaginación, coloqué en el centro de mi salón para el deleite de mis nietos.

     Y hablando de nietos. Con los mayores hablo sin problemas por WhatsApp. Nos vemos las caras, nos reímos, hacemos planes para cuando nos dejen estar juntos y disfrutamos un rato de la conversación. Ya van al colegio y tienen edad para distinguir la realidad de lo imaginario. ¿Pero y el pequeño? Nació en octubre y salvo tres veces que le he podido achuchar, la última vez justo antes de la alarma, solo le he visto a través de la pantalla del móvil. ¡Y el a mí! Seguro que piensa que sus abuelas y el abuelo solo están en ese aparato que tiene mamá y que nunca puede tocar porque seguro que la lía.  Solo nos puede ver, nunca tocar.

       El día que nos vea en carne y hueso gritará del susto y chillará todavía más fuerte cuando le vayamos a abrazar. ¿Qué pasará con esta generación de bebés que han vivido sus primeros meses en Estado de Alarma, amenazados por un virus, sin contacto con la vida real y sin salir a la calle? Y ahora cuando pueden salir lo único que ven es un montón de pelos o calvas, con unos ojos asomados por encima de una mascarilla. Casi da para una película de terror.

     Porque la cara, lo que se dice la cara, no se ve. No sé si me produce más seguridad que inseguridad el hecho de que todo el mundo oculte quien es en realidad. En la excursión que hice por el pueblo esta mañana me saludó una persona y se puso a hablar conmigo como si la conociera. Vio mi cara de asombro así que se quitó la mascarilla. Efectivamente era una amiga. Sin embargo, otra amiga me contó que se puso a hablar con una persona en el super y ésta, muy asombrada, se quitó la mascarilla. ¡No se conocían de nada!

      El uso de la mascarilla va a crear sin duda situaciones divertidas y anécdotas que valdrá la pena contar. También puede crear, como decía, cierta sensación de inseguridad ya que no sabes quién está detrás de ese trozo de tela, papel, filtro o lo que sea. Puede tratarse de un delincuente perseguido por la Interpol o un terrorista buscado a nivel internacional. ¿Y si es una de las grandes estrellas de Hollywood?  Brad Pitt, Angelina Jolie, George Clooney, Chris Hemsworth, Elsa Pataky o Gwyneth Paltrow paseando por las calles del pueblo escondidos detrás de una mascarilla. ¿O uno de los nuestros como Antonio Banderas, Maribel Verdú, Penélope Cruz con su marido Javier Bardem o Luis Tosar? ¡Qué pena penita pena! ¡Que pérdida tan imperdonable!

      No sé si los españoles en especial y los europeos en general nos vamos a acostumbrar al uso de la mascarilla. Me inclino por un no porque no forma parte de nuestra cultura al margen de que no resulta demasiado, ni estético, ni cómodo. Somos demasiado coquetos.  A todo el mundo le estorba y más aún ahora cuando el calor aprieta. Yo tengo varios modelos y creo que la más cómoda es la mascarilla quirúrgica. Esa que es de usar y tirar. ¡Pero ojo, a ver dónde la tiras! Porque llegan noticias preocupantes sobre grandes vertidos de mascarillas en nuestro Mediterráneo.

 

 

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