domingo, 3 de mayo de 2020

EL COVID DESDE MI TERRAZA - DÍA CUARENTA Y NUEVE


DIA CUARENTA Y NUEVE – SABADO 2 DE MAYO 

SIN IRA LIBERTAD

 

 

      Hoy mi excitación ha sido tal que casi no tengo palabras.

      ¡Hoy nos sueltan! Aunque yo antes del paseo oficial, el reglamentario, el del permiso, me he tomado la libertad de ir a por el periódico. ¡Que calor! Hemos pasado de invierno directamente al verano. El termómetro de mi terraza marcaba a la sombra 27 grados. Para que luego digan que no hay cambio climático.

      Pero más allá del calor hoy es el gran día y se ha notado. La ruta del colesterol estaba muy concurrida a primera hora de la mañana por no decir a última hora de la tarde que es cuando he salido. No era la Gran Vía de Madrid sino más bien el metro en hora punta. Con mascarilla, sin ella, en bicicleta, patinete, corriendo, paseando, en fin, todas las modalidades de movimiento posibles e imaginables. ¡Está claro que la gente se moría por salir! Y todos a la misma hora.

      Si el reparto de horario lo hubiera hecho el ayuntamiento en vez del gobierno central sabría cuántas personas menores de 70 hay en el municipio, cuantos niños, familias, mayores, dependientes, deportistas federados, etcétera. Así las franjas se hubieran hecho de tal forma que no nos demos de bruces los unos con los otros. Pero claro, pedir a un gobernante que tenga sentido común, supongo que es mucho pedir.  

      Luego está el hecho de que no nos podemos alejar más de un kilómetro de nuestras casas si salimos de paseo. Pero ¡magia! Si corremos un poco o vamos en bicicleta ya no hay límites siempre y cuando no salgamos del municipio. Así que voy andando, pero en cuanto vea un poli me pongo a correr y solucionado el tema. Y todo eso con el metro en la mano para no despistarme en cuanto a las distancias.

      Si para alguien todo esto tiene sentido, por favor, que me lo explique porque no consigo entender la lógica en ninguna de las medidas. El caso es que hablé con una amiga y nos reímos a carcajadas porque es mejor reír que llorar. ¡Que ya tenemos suficiente angustia con el virus y  con la que nos lían los iluminados!

      Este día de libertad ha sido también una jornada de felicidad. Por varios motivos. El primero que he hablado como casi todos los días con mis hijos y nietos que están sanos y aguantando el chaparrón como pueden. Luego me aseguré de que algunos amigos de los que no tenía noticias estaban bien y eso me llenó el corazón de tranquilidad.  En cuanto todo esto acabe, que será en breve, nos volvemos a ver y a achuchar. La promesa ha quedado sellada.

      También me he prometido hacer a lo largo de la semana una lista de pueblos perdidos en la geografía española. Toca turismo español y los planes que teníamos de ir al extranjero quedarán aparcados por algún tiempo. También he decidido convertir mi casa en un hotel y recibir a todos mis amigos en verano. El que quiera venir que se vaya apuntando. Se que la playa es de lo más tentador y como nadie va a poder viajar a otro país pues eso, nos vemos en mi casa. Unas cañas, unos buenos paseos y baños en la playa, una rica paella ¡hay que ver como apetece!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
















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